en boca del mentiroso.
Mueren las palabras
en boca del chismoso.
Mueren las palabras
en boca del cizañoso.
Mueren las palabras
en boca del pedófilo.
Mueren las palabras
en boca del xenófobo.
Mueren las palabras
en boca del calculador.
Mueren las palabras
en boca del abusador.
Las palabras se debilitan.
El verbo pierde su virtud.
Las oraciones pierden
su fuerza.
Las frases sangran.
Las palabras mueren.
Carlos Cabrejos Bocanegra México 29 de agosto del 2018