Garabatos de un caminante

Garabatos de un caminante
Apizaco, Tlaxacala, México

jueves, 10 de febrero de 2011

Hoy murió la mamá del ciego, yo me acordé de la mía.

Mi madre siempre vivirá en mí
y
a través de mi poesía.

Hoy murió, la señora Laura, la madre del "Ciego", de un viejo amigo de carrera, un compañero de promoción, un amigo de vocación. Hoy me acordé de mi madre. Hoy te recordé Marina.
Hoy murió su madre y yo me acordé de la mía, de esa serranita hermosa que cuando era un niño pequeño me daba de comer en la boca.
Hoy me acordé de mi madre. De esa mujer maravillosa que con mucha paciencia soportaba mis berrinches y cuando no quería comer jugaba al avioncito para que abriera la boca y comiera la sopa. De esa mujer que invitaba a mi padre a jugar al gato para que abriera la boca y me comiera la chochoca.
De esa mujer tierna que con paciencia en las noches me acostaba, me enseñaba a rezar el Padrenuestro, el ave María, el Angel de la Guarda dulce compañía... Me contaba de Dios, de Jesús, de San José y la Virgen María y me hacía dormir rascándome la cabeza.
Hoy me acordé de mi madre que de la mano me enseñaba a cruzar las calles, para ir a visitar a mi abuela Rosa, su madre, a quien no mucho quería porque era de los últimos nietos y ella ni caso me hacía. Yo quería que siempre me lleven con mi abuela Zoila, porque allí era el mayor de los nietos y todos me cosentían. Pobre mi madre como sufría y para que la acompañara me hacía mil promesas que siempre cumplía. Dios como me quería.
Hoy me acordé de mi madre quien, al estar más grande, a la hora de la comida me contaba historias de su pueblo Tacabamba, en la sierra de Chota, Cajamarca.
Me gustaba comer mientras mi madre me contaba de su abuelita que en la cocina de su casa, sentada en el suelo, juntaba los granitos de arroz y los colocaba unos tras otros formando filas como un batallón listos para ir la guerra.
Mi madre me contaba que su abuelita había peleado en la Guerra contra Chile. Pues los araucanos llegaron hasta Cajamarca, donde perdieron en la Batalla de San Pablo, pero luego se vengaron quemando la ciudad de Chota, sólo se salvó de Milagro la imagen de la Virgen
Inmaculada.
También me encantaba que me contara como mi abuela Rosa enfrentó a un bandolero. Su padre, Grimaldo Bocanegra Lozano era de Tacabamba y mi abuela Rosa Medina Miranda era de Conchán.
Mi mamá me decía que en esa época, Tacabamba y Conchán estaban de pleito, que se andaban matando entre ellos, y que un día un bandolero detuvo el caballo de mi abuela con pistola en mano y le gritó: -Aquí ni los perros de Conchán pasan vivos. Así que regresate por tu camino, mujer, antes de que te mate. Pero, dice que mi abuelita Rosa con mucha valentía, permaneció sentada en su caballo y dijo: - No, señor. Yo sigo mi camino a Tacabamba. Voy a la casa de mi esposo Grimaldo Bocanegra Medina. Y el bandolero la dejó pasar.
Hoy me acordé de mi madre y de cada una de sus historias que con mucho cariño me contaba acariciando mis emociones con cada una de sus palabras.
Hoy me acordé de mi madre con quien en la cocina de mi casa bailaba y un día, cuando tenía, catorce años me enseñó a fumar, porque ella no quería que el vicio lo aprendiera en la calle y se sintió muy orgullosa de mí cuando tuve mi primera enamorada y muy temprano de la cama me levantaba para que lleve a mi Emperatriz al colegio Inmaculada.
Hoy me acordé de mi madre que por mí rezaba para que dejara de tomar, porque me sentía grande y todos en el barrio agarramos la manía de chupar todos los fines de semana.
Hoy me acordé de mi madre que en silencio lloraba cuando me veía pelear con mi padre, porque ya no lo soportaba y quería hacer lo que a mí me daba la gana.
Hoy me acordé de mi madre que en la casa daba clases de Corte y Confección y la gente muy contenta se iba porque en pocas horas aprendía a coser una camisa, un vestido, un pantalón...
Hoy me acordé de mi madre que orgullosa se sentía cuando me fuí a Piura a estudiar.
Hoy me acordé de mi madre que feliz estaba viéndome partir hacia Lima para trabajar.
Hoy me acordé de mi madre a quien dejé sola con mi padre y mis hermanos y nunca más volví a ver porque me enteré muy tarde de su muerte.
Hoy me acordé de mi madre, de sus caricias, de sus palabras, de sus consejos, de su cariño, de sus historias...
Hoy me acordé de mi madre y hoy recordé que ella y yo nunca nos dimos el último Adiós.
Hoy te digo amigo Ciego que Dios te ha dado la dicha de despedirte de tu viejita, de darle el último adiós y la bendición de que seas tú y tus hermanos quienes le dieran cristiana sepultura.
Yo a mi madre sólo le escribí poemas que ella nunca leyó.

La carta de mi madre

En un papel tan blanco
como las nubes del celeste cielo
con cientos de garabatos
que forman letras,
letras que forman palabras,
palabras que forman frases
y
oraciones
llegó su carta un día.

Era un día de fina garúa,
de un gris helado
y
de una noche fría.

Se calmó mi angustia.
Se calmó mi ansiedad.
Se iluminó mi día.
Era su carta,
era su letra,
no había duda,
mi mamá
no estaba muerta.

Era la carta de mi madre santa.
Era la mamma,
la mamaíta,
la dulce vieja
que me escribía,
que contestaba
que me llenaba de alegría.

Era su carta
de la vieja linda
que perdía poco a poco
el color negro de sus cabellos.

Era la carta
de mi vieja madre
que con el tiempo
se fue engordando poco a poco.

Era la carta de mi viejita
de rostro surcado
como el fértil campo
por el duro acero.

Era la carta
de mi tierna mamma
a la que no se olvida
ni en la distancia,
ni en el destierro.
La que no tiene reemplazo
ni en el cielo eterno,
ni en la corta vida
de la que no se es dueño.

Vuelve a reir el hijo,
vuelvo a reir
como un niño,
acariciando la carta,
la carta buena
de mi vieja mamma.

Carlos Enrique Cabrejos Bocanegra. Lima 1985


MAMITA DE AMOR

Mamá, mamita querida
hoy es tu día.
Hoy es el día de todas
las madrecitas del mundo.

Y sabes sobre ti
poetas, cantantes y escritores
recitan miles de versos,
enunciados y canciones.

Pero como no soy poeta,
ni cantante, ni escritor,
sólo quiero decirte
lo que late en mi alma y mi corazón.

Quiero decirte madre mía...
Que..¡Te amo!...¡Te quiero!
¡Qué le doy gracias al Cielo
por ser como eres!:
¡Una mujer bendita por Dios!.


Y sobre todo
porque eres mi madre
mi mamita,
mi mamita de amor.

Carlos Enrique Cabrejos Bocanegra. Cd Nezahualcóyotl 1992, México.


A MI MADRE LE DOY GRACIAS

A mi madre le doy gracias
por darme la oportunidad de vivir,
por compartir conmigo,
libremente,
su tiempo y su espacio,
por cuidarme con pasión
y
placer cuando era un bebé,
por enseñarme a ir al baño,
por consolar mi llanto,
por desvelarse a mi lado,
porque cuando crecí
me enseñó a disfrutar del sol,
de la noche
y
del azul del cielo.
Por llevarme a la escuela de la mano,
por enseñarme a leer
y
a hacer la tarea conmigo.
Porque cuando estuve más grande
soportó mis rebeldías,
porque corrigió mis caprichos
y
tonterías...
Porque siempre me aconsejó
con dulzura,
porque siempre me vió
con ternura...
Porque me dió en silencio
cariño
cuando dejé de ser un niño...
A mi madre le doy gracias
por darme la oportunidad de ser feliz,
por dejarme partir,
por respetar mi libertad
y
enseñarme a amar.

Carlos Enrique Cabrejos Bocanegra. Cd.Nezahualcóyotl 1994, México.











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