Garabatos de un caminante

Garabatos de un caminante
Apizaco, Tlaxacala, México

viernes, 20 de diciembre de 2013

PERÚ EN LA GUERRA DE LAS MALVINAS

 

Hoy al checar mi face me encontré con este tema. Mi viejo amigo Walter Guerrero, me hacía recordar aquel pasaje de nuestra historia que ningún peruano debe olvidar y mucho menos ignorar
Éramos estudiantes de la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de Piura (UDEP), cuando estalló la guerra entre Argentina y el Reino Unido.
Teníamos 21 años.  Apenas estábamos conociendo el sabor de la democracia, la dictadura militar apenas había agonizado, soñabamos con nuestras carreras, cuando empezó la locura del terrorismo y vivimos el sobresalto de una guerra absurda provocada por el Ecuador, al invadir la zona selvática llamada, por Belaúnde Terry, : "Falso Paquisha".
Como consecuencia de esa tonta guerra la comunidad de estudiantes ecuatorianos que asistían a la  UDEP ese año (1981) ya no regresaron. Sólo sé de un ecuatoriano conocido como Tora, quien se mantuvo en la universidad hasta acabar su carrera. Supe que Tora estaba casado con una piurana y la estúpida guerra del 81 no podía acabar con sus aspiraciones, ni con su familia ecuatoriana-peruana. Así que tuvo mucho valor de quedarse al lado de su esposa pese a todo lo que estábamos viviendo: Terrorismo, inestabiliadad económica, política y social
Parecía que la paz en nuestro país y en general de Sudamérica era inalcanzable, porque ahora la guerra entre Argentina e Inglaterra ponía en peligro la calma del hemisferio sur.
Todo mundo hablaba de esta guerra y nosotros en los pasillos y en los salones de la UDEP no éramos la excepción. Sabíamos que una guerra entre Argentina e Inglaterra nos arrastraría a participar directamente en el conflicto y que los chilenos serían los aliados naturales de Gran Bretaña.
Lo sabíamos, como sabíamos que nuestra simpatía por Argentina hasta ese momento era tan natural como habernos dejado golear en el mundial del los ches de 1978:
 Raanan Rein, un profesor israelí de historia latinoamericana, dijo que quedó “100 por ciento convencido” que la junta militar de Argentina influyó en el triunfo de la albiceleste 6-0 contra Perú en 1978. Ese partido siempre ha sido blanco de sospechas, ya que Argentina tenía que conseguir una goleada de escándalo para avanzar a la final en vez de Brasil.
En esa fecha le hicimos un gran favor a los gauchos y no nos importó ganarnos el odio de los barasileños, que creo hasta la fecha no nos perdonan el haber sido eliminados de la final del mundial de Argentina. Ellos, los brasileros, hubiesen sido los campeones de ese mundial.
Lo sabíamos como sabíamos de la simpatía que el "Ciego", mi viejo amigo Gerardo Cabrejo, sentía por los pamperos. Tanta era la simpatía que sentía el ciego por los argentinos que boicoteó la clase de inglés que teníamos con la anciana maestra conocida como la Thatcher, porque se parecía a la dama de hierro de la isla de los piratas, negreros y saqueadores.
Sin embargo, todo lo que sabíamos no eran más que suposiciones hasta que la historia nos demuestra que teníamos razón de nuestros temores. Porque de haberse prolongado la guerra de las Malvinas otra hubiese sido nuestra historia, ya que desde el comienzó nuestro país una vez más le hacía otro favor a los gauchos, tal como se puede leer en los siguientes artículos que al cabo de 30 años están revelando la verdad sobre esa guerra que puso en riesgo nuestro futuro y que más tarde Carlos Menen, el infame traidor, nunca supo agredecer nuestros favores y en 1995 le vendió armas a los ecuatorianos durante la guerra del Cenepa. De Chile, de Pinochet, podíamos esperar lo peor de lo peor; pero de los argentinos, nunca nos lo habíamos imaginado. en fin mejor leamos los siguientes artículos que narran como nuestro país, participó directamente en la Guerra de las Malvinas:
 
EL VUELO SECRETO DE LOS PILOTOS PERUANOS HACIA ARGENTINA Fue una madrugada de mayo de 1982 (04-05-82) cuando las 10 naves partieron de La Joya. Les sustituyeron las insignia, bandera y matrícula peruanas por las de Argentina Era una operación militar secreta y, por ello mismo, ni siquiera las esposas o las novias de los pilotos peruanos se enteraron de que ellos volarían hacia Argentina llevando 10 aviones de combate Mirage M5-P para participar, si las condiciones lo exigían, en la guerra por las islas Malvinas. Pero cuando los aviones caza-bombarderos que vendiera el Perú se encontraban listos para entrar en combate, luego de varios días de intensa preparación y acondicionamiento en tierras argentinas, el conflicto terminó con la re ocupación británica de las islas del Atlántico Sur y los M5-P debieron esperar otros tiempos. Fue una madrugada de mayo de 1982 cuando 10 capitanes y mayores de los escuadrones 611 y 612 de la Fuerza Aérea del Perú (FAP) salieron de La Joya (Arequipa) hacia la base argentina de Tandil, al este de Buenos Aires, para cumplir las órdenes emanadas desde el alto mando de la FAP. La Fuerza Aérea Argentina, a través de los canales políticos correspondientes, había solicitado apoyo a su similar peruana, pues requería de aeronaves de combate de alta performance para hacer frente a la armada real inglesa que llegaba escoltada por los famosos Harrier, aviones de despegue y aterrizaje vertical, que por entonces eran las más modernas y poderosas máquinas aladas que surcaban los aires. Argentina tenía problemas con sus aviones de combate porque no estaban preparados para desplazarse hasta las islas Malvinas, atacar los objetivos en el mar y retornar a sus bases. No obstante --como recuerda el general FAP Aurelio Crovetto Yáñez-- "los pilotos argentinos se sobrepusieron a las circunstancias adversas e hicieron blanco en varios buques ingleses: cumplieron una excelente y admirable labor". Pese a que disponían de algunos aviones de guerra recién adquiridos, como los Super Etendard (subsónicos) equipados con misiles Exocet, y otras naves más antiguas, como los Mirage-3 (para ataque aire-aire), los Dagger (ataque aire-tierra) y los A-4 Skyhawk (aire-tierra), los argentinos necesitaban aviones de mayor autonomía de vuelo y capacidad para tareas en el mar. Y esas máquinas las tenía el Perú. ERAN LOS MEJORES DE LA FAP Por entonces los Mirage M5-P eran los aviones de línea y los mejores de combate que tenía la FAP. Aunque habían llegado entre 1968 y 1969, dichas aeronaves contaban con no muchas horas de vuelo y, a decir del general Crovetto, que por entonces era jefe del Escuadrón 611 con el grado de mayor, estaban en óptimas condiciones de operatividad. Eran los aviones ideales para atacar objetivos marítimos. En efecto, las naves peruanas de fabricación francesa tenían una respetable autonomía de vuelo gracias a sus tanques de combustible. Poseían misiles teledirigidos AS-30, con un alcance de 15 kilómetros que estaban especialmente diseñados para atacar buques. Pero también eran de temer sus cañones, que disparaban balas, algunas con cabezas explosivas, de 20 milímetros. Cuando despegaron de La Joya (Arequipa), después de dejar su base de origen, Chiclayo, los 10 Mirage M5-P debieron elevarse por encima de los 33 mil pies en un vuelo silencioso, con los equipos de radio apagados, para evitar ser detectados por los radares bolivianos y, especialmente, por los chilenos que jugaban su partido a favor de la corona británica. Fue un vuelo por ruta de frontera a una velocidad promedio de 800 a 900 kilómetros por hora. "Nos preocupamos en planificar bien el vuelo. No temíamos tanto que nos detectara Bolivia, pues considerábamos que ellos no tenían capacidad para hacerlo. El problema era Chile y sus radares que, probablemente, tenían en Iquique y Antofagasta. Pasamos, sin embargo, sin contratiempos", recordó un piloto que prefirió el anonimato. Las aeronaves fueron conducidas por los pilotos FAP Ernesto Lanao, César Gallo, Augusto Mengoni, Pedro Ávila, Gonzalo Tueros, Pedro Seabra, Mario Núñez del Arco, Marco Carranza, Augusto Barrantes y Rubén Mimbela. La mayoría de estos oficiales está hoy en el retiro y unos tres o cuatro siguen en su institución con el grado de general. Previamente los Mirage peruanos habían sido maquillados y, entre otras modificaciones de forma, habían renunciado a la insignia, bandera y matrícula peruanas para, desde entonces, lucir los emblemas argentinos con sus colores característicos, celeste y blanco. Así volaron hacia Tandil, previa escala en Jujuy, en una travesía que duró cerca de tres horas. El escuadrón de M5-P fue acompañado por una nave madrina, un L-100 similar a los Hércules, en cuya bodega llevaba parte de los equipos de mantenimiento y varias decenas de técnicos y mecánicos de aviación que debían instruir a los argentinos en todo lo relacionado con el funcionamiento de las naves y la utilización del armamento. Los misiles, obuses, bombas, municiones y tanques de combustible, por cierto, viajaron posteriormente por otras vías. ALEGRÍA EN ARGENTINA En Tandil hubo algarabía total cuando el escuadrón de cazas aterrizó. Estaba allí para recibir a los pilotos peruanos el mayor Crovetto, que ya tenía varios días en Argentina trabajando en el Estado Mayor de la Guerra, junto con el coronel FAP Gonzalo Arenas y el mayor FAP Carlos Portillo. Los pocos pilotos argentinos de Dagger que se hallaban en la base (los otros estaban combatiendo) se estrecharon en sincero abrazo con sus colegas peruanos. "Algunos estuvieron al borde de las lágrimas. Imagínese que a usted le llevan ayuda militar cuando más la necesita y en momentos cruciales. No era para menos", recordó Crovetto, quien más tarde se encargaría de dar instrucción a sus colegas argentinos. Pero el Perú no solo se preocupó en enviar 10 aviones de combate a Argentina. El alto mando de la FAP también ordenó al Comando de Materiales entregar toda la logística necesaria para las operaciones de las naves e, incluso, equipos de defensa aérea. En aquella ocasión --recuerda un oficial-- le dimos alrededor de 30 misiles AS-30 aire-tierra, misiles antiaéreos y hasta compramos repuestos en Israel para aviones como si fueran para el Perú, pero terminaron en Argentina. Por otro lado, el apoyo peruano con tanques de combustible fue vital. No conozco la cantidad la cantidad, pero fueron muchos, los suficientes como para que los aviones argentinos los utilizaran para decolar del continente, enfilar hacia Las Malvinas, atacar posiciones enemigas y retornar a sus bases. Sin esos tanques era imposible realizar esos ataques. Fue clave en las operaciones de guerra contra los invasores. Asi entonces en plena guerra de las Malvinas la solidaridad latinoamericana se puso de manifiesto con la ayuda prestada por la República del Perú, al transferir a la Argentina diez aviones Mirage V P para contribuir a mantener la capacidad de combate frente a Inglaterra demostrando claramente de que lado estaban alineados los países latinoamericanos y sus Pueblos GRACIAS HERMANOS DIOS LOS BENDIGA Fernando Javier Liebane




Al respecto el primero de Enero del 2012 el diario "El Comercio", el décano de los periódicos del Perú publica el siguiente artículo, que demuestra una vez más como los peruanos nos jugamos el pellejo por el pueblo argentino: 
 
domingo 1 de abril del 2012 09:07

El Perú en conflicto ajeno: así actuamos en la Guerra de las Malvinas

Gobierno de Belaunde medió por la paz entre el Reino Unido y Argentina y luego apoyó al país sudamericano
Fernando Belaúnde Terry, Leopoldo Galtieri
En 1982, el Perú entregó 10 aviones Mirage a Argentina. (Archivo El Comercio)
ROGER ZUZUNAGA.
ALEJANDRO MELLINCOVSKY. – Corresponsal en Buenos Aires
El 1 de mayo de 1982, casi un mes después de que Argentina invadiera las islas Malvinas para reclamar su soberanía, el Reino Unido aceptó a regañadientes un acuerdo de paz gestionado por el entonces presidente peruano Fernando Belaunde Terry para evitar una guerra abierta. Ese mismo día, el mediador telefonea al dictador Leopoldo Galtieri, que encabezaba la junta militar que gobernaba al país sudamericano, para exponerle el plan y arrancarle su firma. “Yo también tengo mi ‘Senado’ [en referencia a la junta militar] y debo consultar el acuerdo” fue la respuesta que recibió del dictador. Esa reacción mató cualquier posibilidad de sellar la paz.
“La respuesta de Galtieri fue fatal… Si aceptaba en ese momento la propuesta de Belaunde, hoy probablemente Argentina estaría en posesión de las Malvinas”, recuerda el congresista Víctor Andrés García Belaunde, que en 1982 era secretario de la Presidencia peruana.
La mediación de Belaunde Terry se inicia el 20 de abril de 1982, luego de que fracasara una gestión similar encabezada por Estados Unidos.
García Belaunde cuenta que a finales de ese mes el ex presidente peruano consensuó un documento que, entre otros puntos, ordena el retiro de las tropas británicas y argentinas de la isla. Además, se establecía que las Malvinas sean ocupadas por soldados de cuatro países: dos escogidos por Buenos Aires y los otros dos por Londres. Estas tropas iban a permanecer en el lugar hasta que se desarrollen las conversaciones para hallar una solución definitiva al diferendo. También se contemplaba tener en cuenta los deseos de los habitantes de las islas.
Todo ello se frustra con la negativa de Galtieri, pues al día siguiente de esta el Reino Unido torpedea el crucero argentino General Belgrano y se desata la guerra.
“El día del hundimiento del Belgrano, Belaunde llamó a Galtieri, quien le confirmó que el crucero estaba al garete y que ya no había margen para más conversaciones”, explica García Belaunde.
LA TRIANGULACIÓN DE LAS ARMAS
Ese mismo 2 de mayo, Galtieri le pide a Belaunde que reciba a su secretario, el general Héctor Iglesias, al contralmirante Roberto Nolla y al embajador argentino en el Perú, Luis Sánchez Moreno.
Estos se presentaron ante Belaunde al día siguiente. Llegaban para pedir armamento. “Se les dio lo que se podía. Pidieron aviones Mirage, Sukhói, submarinos, buques, misiles, entre otras armas”, narra García Belaunde.
No se les envió los Sukhói, pues el Perú era el único que los tenía en la región, por lo que iba a quedar en evidencia que estaba ayudando a Argentina.
En cambio, al día siguiente de la visita de los emisarios se enviaron diez aviones Mirage, a los que se les borró las banderas peruanas para reemplazarlas por las argentinas. Estos partieron de Chiclayo rumbo a la base militar de La Joya, en Arequipa. Luego siguieron hacia la provincia argentina de Jujuy y de ahí a Tandil. El uso de esta ruta evitó que fueran detectados por los radares chilenos, recuerda García Belaunde.
Las embarcaciones que pedía Argentina no fueron entregadas, pues estas necesariamente pasarían por Chile y serían detectadas por los radares de ese país.
“También se les envió misiles tierra-tierra y tierra-aire. Además de tanques de combustible para los Mirage, para que estos tengan una mayor autonomía de vuelo en sus incursiones a las Malvinas”, recuerda García Belaunde.
La cooperación bélica entre el Perú y Argentina tiene una arista poco conocida. El periodista argentino Hernán Dobry, autor del libro “Los rabinos de Malvinas”, descubrió que nuestro país firmó también órdenes de compras en blanco y certificados de destino final para que Argentina comprara armamentos a Israel a nombre del Perú.
“Efectivamente, eso fue así. Argentina compró armas a Israel a nombre del Perú, aunque desconozco en detalle qué se adquirió”, confirmó García Belaunde a El Comercio.
“El Perú hizo algo que si buceamos en la historia de los conflictos bélicos en el mundo no encontraremos similitudes… Los argentinos ni les informaban a los peruanos lo que compraban”, precisa Dobry en diálogo con El Comercio.
Las órdenes de compra y los certificados están en manos de Israel y son documentos secretos, según el periodista argentino.
Dobry estableció que algunas veces las compras realizadas por los argentinos eran recogidas por aviones de la Fuerza Aérea del Perú. “No iba a ir un avión de Aerolíneas Argentinas ni de la Fuerza Aérea Argentina porque hubiera quedado en evidencia la triangulación. Lo que quería Israel, y lo había pedido específicamente, es que se triangulara a nombre de otro país para no sufrir la presión política del Reino Unido”, explica Dobry.
Quien sugiere que se involucrara al Perú en la triangulación fue el entonces primer ministro israelí Manajem Begim durante una reunión con los vendedores de armas argentinos Aaron Dovrat, del grupo Clal; y Gat Gitron, de Isrex, según Dobry.
Además de los diez aviones Mirage 3E que le envió el Perú a Argentina, gracias a las órdenes de compra en blanco este país también compró a Israel 23 aviones Mirage 3C. Estas naves fueron pintadas con insignias peruanas para que no se piense que iban para Argentina. Los barcos argentinos que los llevaron a su país también fueron pintados con banderas peruanas.
“Eran aviones de la década de los 70, que habían peleado en la Guerra de los Seis Días, eran viejísimos. Israel no los quería vender, pero Argentina insistió bastante, aunque al final nunca los usó en la guerra”, precisa Dobry.¿Qué recibió el Perú a cambio de su ayuda? García Belaunde sostiene que solo un pago simbólico por los Mirage, porque la ayuda fue desinteresada. Y recordó que en 1833, cuando el Reino Unido invadió las Malvinas, Argentina recurrió a nuestro país para buscar sus títulos de posesión sobre las islas, que estaban en Lima porque ese país en algún momento formó parte del Virreinato del Perú.
“El Perú no tuvo ningún rédito, sino que después le pagamos mal”, sentencia Dobry (ver nota vinculada).

 Ahora, al cabo de 31 años y después de la traición de Carlos Menem y su gente me pregunto si habrá valido la pena arriesgarnos por los argentinos. 
Creo que los pueblos como las personas debemos ser agradecidos; pero no hay que olvidar que los pueblos como las personas tenemos vida propia.

 

domingo, 15 de diciembre de 2013

ARTEMIO

  LOS NIÑOS TRIQUIS DE OAXACA, MÉXICO:CAMPEONES DEL CUARTO FESTIVAL INTERNACIONAL DE MINIBÁSQUETBOL DE CORDOBA, ARGENTINA 2013

No deseo que acabe este año sin escribir algo más. Y esta vez lo quiero hacer sobre los recuerdos, que los sorprendentes niños triquis han traído a mi memoria. Recuerdos que me hacen volar hasta mi barrio y en especial me hacen ver otra vez a Artemio, un niño de la selva peruana que llegó a Chiclayo en la década de los años setenta.
Por aquellos días había terminado el Campeonato Mundial de Fútbol México 70. Perú tenía la mejor selección de su historia y todos los chibolos del barrio cantábamos la maravillosa polka de Felix Figueroa: Perú Campeón. 
 
PERU CAMPEON
(Polka) -
Félix Figueroa

¡Perú Campeón! ¡Perú Campeón!
Es el grito que repite la afición.
¡Perú Campeón! ¡Perú Campeón!
Dice en cada palpitar mi corazón. (bis)

Hay que ir a triunfar al mundial.
Venceremos a todo rival,
con el lema: Perú a campeonar,
siempre arriba, Perú debe ganar. (bis)

Con Rubiños en el arco la defensa es colosal,
González, Orlando La Torre, Nicolás Fuentes y Chumpitaz,
Challe, Mifflin y Cubillas, y el gran Perico León,
Baylón y Alberto Gallardo completan la selección


Esta polka era un himno para nosotros. Perú había quedado en el séptimo lugar y la fiebre futbolera en el barrio, y creo que en todo el país,  estaba en todo su apogeo. 
La mayoría de los chiquillos del barrio teníamos 9 años y sólo queríamos jugar fútbol todo el día. No importaba dónde, ni cómo, ni a qué hora. Las calles eran nuestro mejor espacio para pelotear. Aunque se enojaran las vecinas, aunque nos gritaran los vecinos, aunque nos echaran orines o nos quitaran nuestros balones y los devolvieran agujereados, desinflados o en mil pedazos; sólo queríamos pelotear, sólo queríamos pichanguear, sólo queríamos soñar con ser Cubillas, Perico León, Baylón, Chumpitaz, Rubiños, Mifflin o Alberto Gallardo, los héroes de mi generación.
Y fue durante esos días pletóricos de fiebre futbolera que llegó a nuestro barrio Artemio, un niño selvático, un chunchito del amazonas que apenas medía un metro treinta, apenas hablaba español, nunca había usado zapatos, ni zapatillas y tenía sus pies anchos y cayosos;  pero eso a nadie del barrio le importaba porque,  Artemio, con sus pies descalzos siempre estaba listo para pelotetar.
Artemio cuyos apellidos nunca conocí, había llegado a nuestro barrio para trabajar con la señora Vega, la dueña de la panadería ubicada entre las esquinas de la Av. Balta y la calle de Francisco Cabrera. (Ver poema a doña Vega. Garabatos de un caminate 2 de enero del 2011)
Doña Vega tenía su propio hijo Césitar, pero era el niño engreído, el chocho de su casa; y Artemio era el niño de los mandados. 
Artemio era el chibolo que corría sin zapatos a comprar, en las tiendas del barrio, lo que a doña Vega le hacía falta. 
Luego cuando fue creciendo y haciéndose más fuerte, Artemio, sin tabas,  era quien iba a comprar las ríquismas barras de manjarblanco hasta la fábrica de helados y dulces "La Flor del Norte", ubicada en la cuadra tres de Francisco Cabrera.
Sin embargo, como a todo niño, a Artemio le encantaba el juego y en especial le encataba jugar fútbol, le encataba pelotear y cada vez que doña Vega lo mandaba a comprar algo aprovechaba para pichanguear con todos nosotros.
Allí en medio de la calle, entre chungos y adoquines, entre los carros   estacionados, entre la gente que pasaba; con zapatos o sin zapatos, con zapatillas o sin zapatillas, con ropa de calle, jeans o pantalones vaqueros estábamos listos para pelotear.
No importaba si vestíamos con ropa de marca, no importaba si teníamos zapatillas de marca; no importaba si la pelota era de plástico, de jebe, de trapo o de cuero; no importaba si nos íbamos a ensuciar, o si luego nos iban a reñir o pegar... Sólo nos interesaba pelotear, como si se tratara del último partido de nuestras pequeñas vidas. Jugabamos. Sí, jugabamos con pasión, con entrega, con determinación, con fuerza y Artemio jugaba así, jugaba con fuerza, con mucha garra y con la cabeza baja avanzaba como un toro en busca del arco contrario para meter su gol y gritar sin frenos, como un loco que gana el campeonato mundial.
No era técnico, pero era fuerte, impetuoso, marcaba con vehemencia y con tanta vehemencia corria sin zapatos sobre los adoquines, sobre las piedras o chungos que alguien del barrio le llamó: "Mono loco".
No me acuerdo quien le puso ese apodo, mas no importa en el barrio todos teníamos apodos; pero Artemio era así como un mono corriendo, como un toro arremetiendo y como un loco gritando cuando anotaba un gol.
A él no le importaba jugar sin zapatos, no le importaba jugar sin zapatillas, no le importaba protegerse los pies, pues no faltaban quienes le pisaban los dedos con fuerza para detenerlo, para ablandarlo, para achicarlo, para bajarle la moral; mas nadie lo lograba porque Artemio era un niño fuerte con ganas de jugar aunque después doña Vega lo riñera, lo regañara por tardarse tanto en regresar a la panadería con el mandado.
Doña Vega le gritaba: -Muchacho malcriado te voy a regresar a la selva-; pero eso no le importaba. Artemio había jugado, se había divertido,  había recibido patadas, empujones,  duros pisotones; pero jamás se quejaba, jamás lloraba y no faltaba quien comentara: -Ese chuncho está bien cruzate-.
En todo ese tiempo sólo una vez lo vi llorar, sólo una vez lo vi sentarse al filo de la vereda y agarrarse el dedo gordo de su pie derecho con el cual solía meter sus goles. 
Esa mañana, Artemio quiso darle un horquetaso a la pelota, pero algo le salió mal. Sólo escuchamos un golpe seco. Un fuerte golpe y un grito de dolor. Artemio le había pegado con sus dedos desnudos a un chungo y no al balón. Le había pegado tan fuerte que removió al chungo de su lugar y desprendió su uña de la base de su dedo gordo del pie derecho. La pelota se detuvo. Todos nos quedamos inmóviles viendo como Artemio brincando con el pie izquierdo avanzaba hacia la vereda. El dolor era tan fuerte que le arrancaron un chorro de lágrimas, que bañaron rapidamente su rostro cobrizo quemado por el sol. 
Nunca antes lo había visto lagrimear, nunca antes lo había visto llorar, ni cuando lo pateaban, ni cuando lo empujaban, ni cuando le daban duros pisotones, ni cuando lo barrían y lo tiraban sobre los adoquines y se paraba con el pantalón todo roto y las piernas, y las rodillas, y los codos y los brazos todos raspados. Sin embargo, esa mañana no era igual a las otras. Artemio ahora si estaba sufriendo, ahora si sentía un profundo dolor y por más que se aguantaba las lágrimas le seguían brotando, como la sangre que salía de su dedo gordo del pie derecho. Fue entonces en ese instante que todos los chibolos del barrio nos dimos cuenta que Artemio, el "mono loco", el "chuncho", el niño de la selva no era de acero, era como nosotros y como nosotros lloraba;  pero, era más valiente que nosotros, él lloraba en silencio, aguantando con mucha fortaleza el dolor, que creo que yo nunca lo hubiese soportado así. Sentado al filo de la vereda y en medio de todos nosotros lloraba en silencio y sólo repetía: -Ahora si me saqué la mierda, ahora si me cagué mi dedo, ahora si me va a pegar doña Vega-.
Días después con el dedo vendado y sin zapatos volvió a la calle, volvió a salir y nos contó que lo habían curado en la asistencia pública y ahora sólo estaba esperando que la uña le volviera a crecer para seguir jugando.
Pero ese día ya no volvió, Doña Vega al descubrir que su único hijo era adicto decidió traspasar su negocio, irse a Lima para rehabilitar a César y así nunca más supe de ellos. 
Artemio, el niño de la selva, el chuncho, el "mono loco"  quedó grabado para siempre en mi memoria y ahora me siento orgulloso de haberlo conocido, de haber peloteado con él, de haber caminado sin zapatos como él por las calles de Chiclayo, aunque mi papá y mi mamá se enojaran.
Como decía un viejo amigo, Jaime Cabrera:-Caminar sin zapatos es tener una relación íntima con la tierra, es la relación más íntima con la naturaleza-.  Y creo que esto es lo que sienten los niños triquis, los niños que como Artemio nos dan y particularmente me dan una lección de vida.








sábado, 6 de abril de 2013

ADIOS DON RAFAEL ESTARTÚS TOBELLA

Don Rafael Estartús Tobella un hombre sabio que nos enseñó a estudiar y reír

El pasado 24 de marzo, en la ciudad de Piura falleció don Rafael Estartús Tobella a quien tuve el gratísimo honor de conocer y tratar cuando era estudiante de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Piura.
Aunque don Rafa, como todos le decíamos de cariño, era catedrático de la facultad de Ingeniería Industrial, siempre estaba al pendiente de todos los alumnos de la Udep. No importaba si éramos estudiantes de administración, ingeniería industrial o comunicaciones. Él siempre estaba al pendiente de cada uno de nosotros.
Creo que para él éramos como sus hijos. Siempre estuvo preocupado y ocupado por mejorar la formación humana y académica de cada uno de los alumnos, de cada uno de los udepinos.
Recuerdo que en el 80, una vez me preguntó: ¿Por qué el Salvador está en guerra civil?. Como estudiante de periodismo tenía que estar enterado y darle una respuesta clara, rotunda y concisa; pero hice todo lo contario. Me quedé callado, no supe que decirle, y él tiernamente como un padre, y con su clásica sonrisa abierta y sincera, me dijo: Si vas a ser periodista tienes que leer.
Esas palabras para mí más que un regaño, más que una llamada de atención, fueron un sabio consejo, que me motivo a leer y a saber que es lo que pasaba a mi alrededor y el resto del mundo. Pues ese año recién había ingresado a la facultad de comunicación  y si quería ser periodista, pues simplemente tenía que leer y leer mucho.
Don Rafa, pese a todos sus títulos, era un hombre sencillo, abierto, que sabía reírse de sí mismo. Como aquella vez que nos contó la siguiente anécdota: El narraba que como español lo habían mandado a ser su servicio militar en Marruecos, en el norte de África. Decía que en esa ocasión cuando le tocó hacer guardia, vio a un perro que se le acercaba con cara de pocos amigos.  Comentó que por un momentó pensó que el perro se le acercaba para morderlo, pero al llegar a su lado, el perro simplemente levantó la pata, lo orinó en la pierna y se alejó mirando de cuando en cuando hacia atrás como si se burlara de él.
Don Rafa contaba esta anécdota con tal precisión y con tal mímica que a todos nos hacía reír a carcajadas y mucho más viéndole a él como se reía de lo que le había ocurrido. 
Así era don Rafa un hombre sabio y sencillo. Siempre estaba alegre y parecía que nunca perdía la calma, ni la sonrisa. 
En otra oportunidad nos contó un chiste sobre el papa Pablo VI. Decía que el secretario del estado vaticano se acercó a Pablo VI para decirle: -Su santidad ya llegaron unos greñudos, que dicen venir de Liverpool- . Entonces el papa respondió. - No ves que estoy escribiendo, no tengo tiempo para recibirlos-. Pero el secretatio de estado insistió agregando: - Su santidad esos greñudos acaban de donar un millón de libras esterlinas al vaticano-. En ese momento, don Rafa personificando al papa se ponía de pie, comenzaba a bailar y chasqueando los dedos cantaba: - "No los hagamos esperar, ye..ye..ye..."
Don Rafa era así y así lo recuerdo y lo recordaré siempre como catalán, como un hombre sabio, culto, sencillo, alegre, sin ninguna chispa de soberbia, ni arrogancia. 
Don Rafa amaba su carrera, amaba su universidad y nos enseñó a amar el estudio, amar a nuestra profesión, a amar la vida; nos enseño a reír y a reirnos de nosotros mismos.
En otra ocasión don Rafa a un grupo de estudiantes nos decía que: "Morirse joven es un lujo, que no nos podemos dar". El decía: "Hay que morirse viejos, bien viejos y exprimidos como un limón". 
Y desde acá, desde mi segunda patria, desde mi México querido, pienso que así es como murió él, así exprimido como un limón a sus  82 años de edad. 
Descanse en paz don Rafa, usted vivirá por siempre en nuestros corazones y nuestros recuerdos. Dios lo tenga en su gloria.

LLUEVE EN EL DESIERTO PIURANO

El día martes 2 de abril del presente año cayó una torrencial lluvia sobre la ciudad de  La Plata, Buenos Aires, Argentina, que dejó un saldo de 56 muertos y miles de damnificados.
En ese instante me acordé del fenómeno del niño que casi destruye todo el departamento de Piura el año 83, cuando yo tenía 22 años y era estudiante de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Piura (UDEP).
Aún recuerdo con mucha claridad como en los meses de octubre y noviembre del 82, las frías aguas del mar de Pimentel comenzaron a calentarse.
Era increíble sentir  en el cuerpo semidesnudo que el agua fría de Pimentel, bañada por la corriente de Humboldt, estuviera tibia como las aguas del caribe y de Acapulco.
En esos días, a finales del 82, tenía 21 años  y con los amigos de la Obra -cada vez que regresabamos de Piura a Chiclayo, para visitar a nuestros padres-, íbamos a jugar fútbol al balneario más importante del departamento de Lambayeque.
Max Maeda, Toño Onofre, Pitín Onofre, Quique Huidobro, César Tiparra, Carlos Tirado, Heder Huamán, etc. fuímos testigos de como las frías aguas de Pimentel estaban tibias, estaban calientitas; no eran las mismas de siempre y nunca nos imaginamos lo que estaba a punto de ocurrir en el norte de nuestro país.
Las aguas de Pimentel nos estaban avisando que algo muy extraño y catastrófico estaba por ocurrir en la zona desértica del norte peruano; pero nadie supo interpretar lo que el mar de Pimentel nos estaba anunciando. 
Hasta que el 26 de diciembre de 1982 comenzaron a caer las primeras lluvias torrenciales sobre el departamento de Piura.
Apenas había salido de vacaciones. Apenas habia terminado el año universitario y como todos los años había  regresado a Chiclayo a pasar la navidad con mis padres, cuando un día después de la Navidad, los noticieros y los periódicos locales comenzaron a informar sobre las primeras lluvias torrenciales en Piura.

                          
LLOVÍA EN EL DESIERTO 
La verdad, personalmente, no lo podía creer. Nadie lo podía creer. Estaba lloviendo en el desierto piurano. En el desierto piurano, en el desierto del norte del Perú, donde las típicas viviendas son de barro, quincha y adobe.
Una cosa es que lloviera en la sierra, en los andes donde la población andina está acostumbrada a las intensas lluvias con rayos, truenos y relámpagos. Y otra cosa es que lloviera sobre la costa norteña peruana, sobre el desierto piurano, sobre el desierto de Sechura. Y llovía con la misma intensidad con la que llueve en los andes.
Sobre las arenas piuranas caían enormes cantidades de agua, acompañadas de espeluznantes rayos, truenos y centellas que parecía que el cielo se nos venía abajo.
Yo conocía los andes. Había estado en Cajamarca cuando tenía trece años; pero nunca estuve en la sierra en epoca de lluvia. Así que junto a las arenas piuranas conocí, sentí y pude ver por  primera vez un rayo, un trueno, un relámpago y era como si el cielo nos cayera encima, como si el cielo quisiera tragarnos,  como si el cielo cobrara vida y quisiera matarnos de un susto.
No podía creer que en pleno desierto piurano lloviera como en la sierra, la selva o como en cualquier clima tropical.
No podía creer lo que estabamos viendo desde el avión que nos condujo de vuelta de Chiclayo a Piura, cuando en abril del 83 se nos acabaron las vacaciones y tuvimos que retornar a clases en la Universidad de Piura. 
Desde las ventanillas del avión podíamos observar como todo estaba inundado. No existían carretera. El agua se había tragado a la Panamericana norte.  Piura estaba incomunicado. No se podía llegar a la ciudad de don Miguel Grau por tierra. Sólo podíamos llegar a la tierra de los algarrobos por avión.  Desde las ventanillas de la nave aérea podíamos ver como el desierto piurano había perdido su color natural, ahora estaba cubierto de aguas estancadas e inmensas zonas verdosas como un monstruo verde.

LA UDEP EN MEDIO DE UN LAGO
En tanto la UDEP edificada en el desierto piurano,  estaba ahora en medio de un lago. 
Uno de los edificios se había ladeado. Se notaba como se había inclinado y entre broma y broma decíamos que si Roma tiene su torre de Pisa, nosotros teníamos nuestro pabellón ladeado.


Uno de los edificios de la UDEP inundado por el meteoro del 83

La UDEP estaba inundada, había agua por todos lados y con el agua estancada llegaron las plagas de grillos, sapos, zancudos, mosquitos, sanguijuelas  y del terrible insecto paederus irritans conocido vulgarmente por los piuranos como latigazo. 

Este el paederus irritans, más conocido como "latigazo" que azotó Piura el año 83 durante el fenomeno del niño
Este insecto atacó a más de un compañero de estudios y a miles de piuranos entre niños, hombres y mujeres,  dejándoles en la piel horribles marcas rojas como si hubieran sido sometidos a una tortura con fuertes latigazos. 



El latigazo quemaba la piel de sus víctimas al caminar sobre ellas.
EL paederus irritans al caminar por sus víctimas va dejando una sustancia toxica llamada pederina que al contacto con la piel produce dermatitis o lesiones necróticas pruriginosas de lenta cicatrización y que a su vez provocan mucha comezón.


Sin embargo y pese a todo, a las intensas lluvias, a las plagas de insectos, de ranas y al terrible latigazo, no perdimos el año universitario. 
Fue un año muy duro. No había mucha comida en Piura, estabamos comunicados con el resto del Perú sólo por vía aérea, pero pese a todo supimos superar al fenómeno del niño y pudimos acabar con éxito ese año en la universidad.

CAMBIO CLIMÁTICO 

PIURA DURANTE EL FENÓMENO DEL NIÑO
Así es, pese a todo las autoridades de la Universidad de Piura, desde el rector de aquel entonces Dr. Víctor Morales Corrales hasta los empleados de limpieza, como don Zoilo y don Agapito,  estuvieron de acuerdo en seguir trabajando y no suspender las clases del año 83.
Ese año estaba cursando el cuarto año de carrera, sólo me faltaba un año para salir de la universidad y creo hasta hoy día que el Dr. Morales tomó la decisión correcta.
Como hoy a mis 51 años también creo que el hombre blanco es el responsable del cambio climático por su desmedida ambición de poder, riqueza y su loco deseo de dominar a la naturaleza. 
Por eso creo que lo ocurrido en Argentina, el  martes 2 de abril del 2013, se puede repetir en cualquier otro momento y en cualquier otro lugar del mundo.
Los seres humanos tenemos que aprender a respetar la naturaleza, si realmente queremos que nuestro planeta siga existiendo,
Pero si queremos ser como dioses, la naturaleza nos seguirá pasando la factura y como siempre los más perjudicados serán los que menos tienen, como siempre las víctimas serán los más pobres, los olvidados del planeta.

El desierto piurano bajo el agua durante el fenómeno del niño de 1982-1983