El
FENÓMENO AMLO
Quiero
empezar diciendo que yo no creía en este hombre.
Pensaba
que era un político más. Un obsesionado con el poder.
Desde
la primera vez que escuché su nombre, pensé que era un
político de esos con los cuales había crecido en el Perú, y que había saboreado
amargamente durante mis últimos 30 años, acá, en México.
Al
leer que políticamente nació en el Partido Revolucionario Institucional (PRI),
luego se desarrolló en el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y
finalmente creó su propio grupo: Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA),
pensaba que era un oportunista sin bandera, ni filosofía política.
La
verdad no creía en este personaje que parecía encarnar los consejos que me daba
mi tío Gumer:
“Sí, quieres hacer plata, metete a la política”.
Pues
los hermanos de mi padre eran apristas y el más destacado de todos, mi tío
Manolo había sido orador del partido Alianza Popular Revolucionaria Americana
(APRA), que nació también en México
copiando al PRI, cuando
Víctor Raúl Haya de La Torre caminaba por tierras aztecas.
Mi
tío por el partido fue detenido y enviado a la prisión del Sexto, en Lima,
mientras mi padre huía de la persecución política y sus amigos del MIR
(Movimiento de Izquierda Revolucionaria) o también conocido como el APRA
REBELDE, eran acribillados por el Ejército Peruano en Mesa Pelada,
(Cuzco-Perú).
Había
nacido en medio de una familia aprista y era el hijo de un miembro del MIR, que
admiraba profundamente al Che Guevara y a Fidel Castro. Aún recuerdo a mi padre
llorando por la muerte del Che y últimamente despidiéndose de pie, a sus 87
años, del líder la Revolución Cubana, cuando se enteró por televisión que éste
había fallecido.
Me
sentía orgulloso de mi familia, de mis tíos y de mi padre hasta que llegó la
Revolución Peruana, de Juan Velasco Alvarado. Todos en la familia pensaron que
con Velasco sus sueños se iba a hacer realidad, que el Perú se iba a liberar
del imperio yanqui y que iba a salir del subdesarrollo; pero lo único que
consiguió la Revolución Peruana fue que los militares se convirtieran en una
clase social alta y poderosa.
Velasco
sólo copió el guion de la Revolución Mexicana y como toda copia salió mal
porque el país se fue a pique y se hundió en un mar de traición y corrupción.
Así
mientras el traidor de Morales Bermúdez le daba un golpe de estado a Velasco,
en las escuelas publicas del Perú se venían gestando dos movimientos
subversivos, que más tarde se conocerían como Sendero Luminoso (SL) y el
Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).
Movimientos
que tuve la oportunidad conocer en las
aulas del Colegio Nacional de “San José” cuando cursaba la secundaria.
Por
aquellos días el Perú estaba bastante politizado y las secundarias no se
escapaban de esa corriente. En el San José habían dos tendencias políticas: La
Juventud Aprista del Perú (JAP) y la Vanguardia Estudiantil Revolucionaria
(VER). Ambos fueron semilleros del
MRTA y de SL.
Sendero
Luminoso le declaró la guerra al Perú en mayo de 1980, a pocos meses que los
militares renunciaron al mando del país y convocaron a la Democracia ganando
las elecciones Fernando Belaúnde Terry.
Belaúnde
gobernaba por segunda vez al país, pero no tuvo el valor de afrontar la guerra
con SL y el MRTA en su verdadera dimensión. Los trató bajo el concepto de
delincuentes comunes y las consecuencias fueron graves porque no pudo detener
las acciones terroristas de ambos bandos y la inversión privada se alejó del
Perú.
Con
el gobierno de Alán García el país entró en una profunda crisis económica. La
inflación superó los tres dígitos y comenzó la diáspora peruana;
mientras tanto, Alán
sólo se preocupaba por convertirse en un líder tercermundista enfrentándose al
Fondo Monetario Internacional (FMI)
e invitando a los países subdesarrollados a no pagar su deuda externa.
En
tanto los periódicos peruanos seguían con su misma tónica: Viviendo
de la “mermelada” y siendo cómplices del gobierno de turno.
Los
medios de información era el eco de los políticos corruptos y sin escrúpulos
que sepultaban la esperanza de los jóvenes y agrandaban la desilusión de los
viejos.
A
partir de entonces ser político en el Perú era sinónimo de corrupción, cinismo,
descaro y ratero.
Pero
no era un mal exclusivo del Perú, al llegar a México pude comprobar que la
política era lo mismo aquí, allá y maracuyá. Que los medios de comunicación era
lo mismo aquí y allá y eran cómplices de un sistema que favorecía sólo a la
casta dominante y esclavizaba cada día más al pueblo sin fortuna, sin dicha y
sin jubilo.
Durante
30 años en México era ver la misma película una y otra vez. Era ver como crecía
la deshonestidad en todos sus estratos políticos y sociales, mientras el pueblo
continuaba sufriendo de hambre, educación y oportunidades.
Tengo
57 años y durante los últimos 30 no creía en nadie y mucho menos en la política
mentirosa y hambreadora.
Pero
hoy surge un hombre que me devuelve la esperanza y la fe en la política.
Como
he dicho antes al principio no creía en él. Pero al verlo trabajar y seguirlo
por YouTube todas la mañanas, reconozco que me equivoqué y que tengo frente a
mí a un verdadero político, a un verdadero patriota, a un héroe que sólo busca
el bien de México, su pueblo.
A
AMLO, como cariñosamente le dicen sus seguidores, no le interesa robar, su
principal fortuna es convertirse en el mejor presidente de los Estados Unidos
Mexicanos y pasar a la historia como un hombre honesto.
Ahora espero que el fenómeno AMLO contagie al resto
de los políticos nacionales y de Latinoamérica y lo sigan por el camino de la
virtud; por el bien del pueblo y de la juventud americana que necesitan de una
luz de esperanza y del brillo de la honestidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario