Garabatos de un caminante

Garabatos de un caminante
Apizaco, Tlaxacala, México

viernes, 9 de mayo de 2014

LA CARTA

En recuerdo de mi madre: Marina Bocanegra Medina
 
En un papel tan blanco
como las nubes del celeste cielo
con cientos de garabatos
garabatos que forman letras,
letras que forman palabras,
palabras que forman oraciones,
llegó su carta aquel día.

Después de tantas 
noches sin luna,
después de tantos 
días de angustia,
después de tantas horas
de ansiedad
después de
tanta nostalgia
llegó su carta aquel día...


¡Era su carta!
¡Era su letra!

¡No había duda...!
¡No estaba muerta!

Era su carta
era la carta de mi madre, 
era la carta de mi mamá
la mamaíta
mi dulce vieja,
mi viejita linda...

Era la carta de mi dulce vieja
que me escribía, 
que contestaba
que me llenaba de alegría...

Era la carta de mi vieja,
de mi mamaíta,
de pelo nieve,
de robusto cuerpo, 
con su rostro
surcado por el tiempo, 
como el fértil campo
por el duro acero.

Era la carta
de la tierna vieja,
de mi dulce madre
a la que no se olvida, 
ni en la distancia
ni en el destierro.

Era la carta de mi dulce madre,
que no tiene reemplazo
ni el cielo eterno,
ni en la corta vida
de la que no soy dueño.

Ahora vuelvo reír,
ahora vuelvo a llorar
como un chiquillo
como el lejano hijo, 
que acaricia
entre sus manos
la carta, 
la carta buena
de la dulce vieja
de mi viejita linda
de mi dulce madre
que Dios la tenga
con sus angeles
en el cielo.
                       Carlos Cabrejos B. México 2014

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