Lo primero es que seas muy cuidadoso de
despertar y velar y no duermas toda la noche, porque no se diga de ti que eres
dormilón perezoso y somnoliento.
Lo segundo: tendrás cuidado de cuando fueres
por la calle o por el camino que vayas sosegadamente, ni con mucha prisa ni con
mucho espacio, sino con honestidad y madurez
Lo tercero: es cerca de tu hablar.
Conviene que hables con mocho sosiego; ni hables apresuradamente, ni con
desasosiego, ni alces la voz, ni bajo ni alto en el hablar y sea suave y blanda
tu palabra.
Lo cuarto: es que en las cosas que oyeras y
vieras en especial si son malas, lo disimules y calles, como si no los oyeres y
no mires curiosamente a alguno en la cara, ni mires con curiosidad
especialmente de las mujeres casadas, porque dice el refrán que el que
curiosamente mira a la mujer, adultera con la vista y algunos fueran punidos
con pena de muerte por esta causa.
Lo quinto: es que guardes de oír las cosas
que dicen que no te incumben, especialmente vidas ajenas y nuevas. Cuando
algunos hablan de vidas ajenas y dicen algunos pecados que son dignos de
castigo, y tú llegas a oírlos, a ti te será achacado y atribuido lo que se dice
a ti te lo pondrán a cuestas y serás peso y aún castigado por ello; y según
dice el refrán; pagarán justos por pecadores.
Lo sexto: es que no esperes a que dos veces
te llamen; a la primera responde luego y levántate luego y ve a quien te llama
y si alguno te enviara a alguna parte ve corriendo.
Lo séptimo: es que en tus atavíos seas
templado y honesto; no seas curioso en tu vestir, no busques mantas curiosas ni
muy labradas, ni tampoco atavíos rotos y viles.
Lo octavo: es la manera que has de tener en
comer y en beber; seas avisado, hijo, que no comas demasiado a la mañana y a la
noche; se templado en la comida y en la cena y si trabajadores conviene que
almuerces antes que comiences el trabajo.
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