Foto: Juan Pablo Bustamante (Fuego de Payaso)
Como todos los domingos del nuevo año, me paré a las 8 a checar mi correo, los periódicos locales y del Perú a través de la red. Y otra vez regresó a mi ese sentimiento de angustia y desconsuelo que me invadía cuando estaba en Lima trabajando como periodista.
Hace una semana atrás de mi casa mataron a 9 personas dedicadas al narco menudeo y hoy, domingo 23 de enero del 2011, la nota más espeluznate de la mañana es la explosión de un coche bomba en Tula, Hidalgo, que dejó un muerto y tres heridos.
Conozco Tula, conozco a su gente pacífica, a su pueblo con olor a pueblo y aire sereno, que como yo disfrutan de los helados de maracuyá. Conozco a sus gigantes siempre vigilando, siempre apacibles como su pueblo.
Pero también conozco el terror y ese maldito olor a sangre y muerte que en los ochenta me obligo a escribir el siguiente poema y hoy me siento con la necesidad de compartirlo con ustedes.
Huele mal
Huele mal.
La tv. no prende.
La radio no funciona.
La casa está sucia.
Huele mal.
Los libros aburren.
Los periódicos mienten.
¡Uy!...Apagón.
Huele mal.
Las puertas están con llave.
Los locos razonan.
Los estudiantes tiran piedras.
Huele mal.
La gente de cabeza.
Los carros explotan.
Las armas en las manos.
Huele mal.
Como todos los domingos del nuevo año, me paré a las 8 a checar mi correo, los periódicos locales y del Perú a través de la red. Y otra vez regresó a mi ese sentimiento de angustia y desconsuelo que me invadía cuando estaba en Lima trabajando como periodista.
Hace una semana atrás de mi casa mataron a 9 personas dedicadas al narco menudeo y hoy, domingo 23 de enero del 2011, la nota más espeluznate de la mañana es la explosión de un coche bomba en Tula, Hidalgo, que dejó un muerto y tres heridos.
Conozco Tula, conozco a su gente pacífica, a su pueblo con olor a pueblo y aire sereno, que como yo disfrutan de los helados de maracuyá. Conozco a sus gigantes siempre vigilando, siempre apacibles como su pueblo.
Pero también conozco el terror y ese maldito olor a sangre y muerte que en los ochenta me obligo a escribir el siguiente poema y hoy me siento con la necesidad de compartirlo con ustedes.
Huele mal
Huele mal.
La tv. no prende.
La radio no funciona.
La casa está sucia.
Huele mal.
Los libros aburren.
Los periódicos mienten.
¡Uy!...Apagón.
Huele mal.
Las puertas están con llave.
Los locos razonan.
Los estudiantes tiran piedras.
Huele mal.
La gente de cabeza.
Los carros explotan.
Las armas en las manos.
Huele mal.
Recuerdo ese tiempo y aún me invade una inmensa tristeza al pensar en las vidas perdidas, en las esperanzas frustradas, en la madre y el niño temerosos.Te recuerdo como reportero en aquella época.
ResponderEliminarEn efecto, huele mal
Así es Martín se perdieron muchas vidas humanas, muchos sueños y muchas esperanzas quedaron frustradas.
ResponderEliminarAhora acá en México se repite la historia; pero esta vez la tengo que enfrentar, ya no como reportero; pero si como ser humano cuyas armas son la escritura y la observación.
Gracias por tu comentario. Te envío un abrazo.