Calle Capón del Barrio Chino de Lima.
En mi país se come la mejor comida china de América Latina.
por: Carlos Cabrejos Bocanegra
Como el talán de las campanas
de la iglesia catedral
sonaban aquellos nombres
de los emigrantes orientales
que con Castilla llegaron
a mi tierra peruana.
Los culíes lejos del sol de oriente,
del terruño y sus costumbres
vencieron
a las trampas de la nostalgia,
se adaptaron a su nueva estancia
y
una nueva cultura floreció en mi país.
Los nuevos peruanos
de ojitos dormidos
nos enseñaron a gozar
del sillao, el kión y el arroz.
No fue fácil para ellos,
ni fácil para nosotros
pero un nuevo mestizaje surgió
entre el camote, la yuca, la papa,
el arroz y el wan ton.
Lin lin, lan lan, tan tan...
El tiempo avanzó...
Los descendientes de quienes,
también
aprendieron a comer papas con ají,
a base estudio, ahorro y esfuerzo
en
prósperos comerciantes se transformaron.
Los tu san los campos agrícolas dejaron
y
en las principales ciudades costeñas se asentaron.
Día y noche,
con tenacidad oriental,
trabajaron.
Muy pronto los blancos europeos,
los peninsulares, criollos, negros,
chunchos y cholos
con la competencia amarilla temblaron.
Pegados a su lengua y tradiciones,
los ojitos cerrados,
compraron las esquinas más comerciales,
como fruto de su eficiencia.
Sin más cuentos,
ni más cuentas,
ni tanto rollo,
los eficientes chinitos,
con ábaco en mano,
formaron sus barrios
y
en mi tierra chiclayana
una colonia
y
sus esquinas
nos servían
como punto de referencia.
Por ejemplo:
Entre las esquinas
de la Av. Balta y la calle Manuel Ma.Izaga
estaban los Chang Kau.
Famosos por tostar café.
Una calle más abajo,
entre Balta y Torres Paz,
el viejo Koo Chang,
de origen cantonés,
quien me decía:
"boxing chino
mejol que kalate japonés".
Entre las esquinas de Siete de Enero
y Manuel María Izaga
el chino Kant.
Emprendedor tu san
que más tarde compró
la panadería de Doña Vega
entre Balta y Francisco Cabrera,
para poner otra bodega.
El chino Lica,
solterón de vocación,
criador de gatos por convicción
jugador de mah jong por tradición
y
fumador empedernidopor devoción,
durante la crisis de los ochenta
convirtió su tienda
en un chifa,
entre las esquinas
de Tacna y Balta
a pocos metros
del chiclayanísimo diario la Industria.
El chino "goldo"
entre las calles de Cabrera y Cuglievan,
siempre acalorado,
sin camisa,
sólo en bivirí
comiendo un helado
parecía un personaje
de las películas chinas,l
que inundaron mi país
durante la funesta era de las botas
y la milicia nacional.
El chino Chang,
entre Cuglievan y Torres Paz,
iba hasta Paita
para comprar panza de congrio
con el fin de dejarla secar
y
preparar un sabrosísimo platillo oriental.
Luis el menor de todos sus hijos
era uno de mis mejores amigos
y era un gran seguidor de Mao.
Y en Vicente de la Vega
entre Balta y Siete de Enero
estaba ubicado
el local de la Colonia China de Chiclayo,
donde se hacían grandes fiestas
de Nuevo Año,
donde aprendí a jugar ping-pong
y
conocí la dulce sonrisa de Mili Wong.
Los chinitos de la esquina,
los chinitos de mi barrio
son parte importante de nuestra tradición,
pertenecen a la historia de mi Nación,
una inseparable fusión
entre la papa del inca
y
el arroz del emperador.
¡Qué delcioso sabor!.
En mi país se come la mejor comida china de América Latina.
por: Carlos Cabrejos Bocanegra
Como el talán de las campanas
de la iglesia catedral
sonaban aquellos nombres
de los emigrantes orientales
que con Castilla llegaron
a mi tierra peruana.
Los culíes lejos del sol de oriente,
del terruño y sus costumbres
vencieron
a las trampas de la nostalgia,
se adaptaron a su nueva estancia
y
una nueva cultura floreció en mi país.
Los nuevos peruanos
de ojitos dormidos
nos enseñaron a gozar
del sillao, el kión y el arroz.
No fue fácil para ellos,
ni fácil para nosotros
pero un nuevo mestizaje surgió
entre el camote, la yuca, la papa,
el arroz y el wan ton.
Lin lin, lan lan, tan tan...
El tiempo avanzó...
Los descendientes de quienes,
también
aprendieron a comer papas con ají,
a base estudio, ahorro y esfuerzo
en
prósperos comerciantes se transformaron.
Los tu san los campos agrícolas dejaron
y
en las principales ciudades costeñas se asentaron.
Día y noche,
con tenacidad oriental,
trabajaron.
Muy pronto los blancos europeos,
los peninsulares, criollos, negros,
chunchos y cholos
con la competencia amarilla temblaron.
Pegados a su lengua y tradiciones,
los ojitos cerrados,
compraron las esquinas más comerciales,
como fruto de su eficiencia.
Sin más cuentos,
ni más cuentas,
ni tanto rollo,
los eficientes chinitos,
con ábaco en mano,
formaron sus barrios
y
en mi tierra chiclayana
una colonia
y
sus esquinas
nos servían
como punto de referencia.
Por ejemplo:
Entre las esquinas
de la Av. Balta y la calle Manuel Ma.Izaga
estaban los Chang Kau.
Famosos por tostar café.
Una calle más abajo,
entre Balta y Torres Paz,
el viejo Koo Chang,
de origen cantonés,
quien me decía:
"boxing chino
mejol que kalate japonés".
Entre las esquinas de Siete de Enero
y Manuel María Izaga
el chino Kant.
Emprendedor tu san
que más tarde compró
la panadería de Doña Vega
entre Balta y Francisco Cabrera,
para poner otra bodega.
El chino Lica,
solterón de vocación,
criador de gatos por convicción
jugador de mah jong por tradición
y
fumador empedernidopor devoción,
durante la crisis de los ochenta
convirtió su tienda
en un chifa,
entre las esquinas
de Tacna y Balta
a pocos metros
del chiclayanísimo diario la Industria.
El chino "goldo"
entre las calles de Cabrera y Cuglievan,
siempre acalorado,
sin camisa,
sólo en bivirí
comiendo un helado
parecía un personaje
de las películas chinas,l
que inundaron mi país
durante la funesta era de las botas
y la milicia nacional.
El chino Chang,
entre Cuglievan y Torres Paz,
iba hasta Paita
para comprar panza de congrio
con el fin de dejarla secar
y
preparar un sabrosísimo platillo oriental.
Luis el menor de todos sus hijos
era uno de mis mejores amigos
y era un gran seguidor de Mao.
Y en Vicente de la Vega
entre Balta y Siete de Enero
estaba ubicado
el local de la Colonia China de Chiclayo,
donde se hacían grandes fiestas
de Nuevo Año,
donde aprendí a jugar ping-pong
y
conocí la dulce sonrisa de Mili Wong.
Los chinitos de la esquina,
los chinitos de mi barrio
son parte importante de nuestra tradición,
pertenecen a la historia de mi Nación,
una inseparable fusión
entre la papa del inca
y
el arroz del emperador.
¡Qué delcioso sabor!.
Los primeros chinos llegaron a mi país en l849. De esa fecha a la actualidad son 162 años de presencia oriental en mi país. Por tanto parafraseando a don Ricardo Palma, me atrevó a decir que en el Perú de hoy tenemos de: inga, minga y chininga. Porque la comida peruana sin un toque oriental, no es comida criolla y la comida china peruana sin un toque criollo no es un rico chifa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario