por: Carlos Cabrejos Bocanegra
Sentado en la distancia
en la silla de los recuerdos
viendo crecer a mis hijas,
de nacionalidad mexicana,
hablo en silencio con el tiempo
escuchando, de cuando en cuando,
música peruana.
La música de mis padres
de mis peruanos,
de Pinglo y Chabuca Granda...
Extraño tanto
mi linda Lima,
mi Lima limeña,
de tradiciones y embrujo,
de salero y encanto,
de toros y turrones,
de virreyes y perricholi,
de fútbol y playas,
de poetas y escritores,
de Nicomedes y Palma...;
del Señor de los Milagros,
de pecado e incienso,
de quintas y balcones,
de calles grises y fría garúa...
Lima de mi abuelo Grimaldo
¿Cómo olvidarte?
Si cada día que pasa
te extraño más y más
y
cada día que pasa
siento la necesidad
de tu imperiosa seducción.
Lima.
Lima seductora.
Te extraño tanto
como extraño caminar
por tus coquetos jirones
de piernas largas
de morena jacarándosa,
de sensual piel canela
de Barrios Altos,
de sensual piel morena
de la Victoria.
Lima del jirón Junín
donde vivía Grimaldo
en la quinta enladrillada,
cerca de Cinco Esquinas.
del callejón del Jaime,
de la eterna quinta Heeren
de la barroca iglesia del Carmen
y
de la leyenda de Tatán.
Lima.
Mi singular Lima.
Te extraño tanto
como extraño esas
mágicas caminatas solitarias
que daba por todo Barrios Altos,
por aquella ruta
de casonas olvidadas,
de callejones arruinados,
de quintas desdeñadas,
de balcones apolillados,
de calles heridas,
de plazas empobrecidas,
símbolos de coquetería
y la abundancia
de otros días.
Lima.
Mi coqueta Lima.
Te evoco
como evoco en mis sueños despiertos
vagar por aquel barrio
ante la mirada lasciva
de una mujer madura,
y la mirada furtiva de un ladrón.
¡Lima!
¿Cómo olvidarme de ti?
¿Cómo poder olvidarte?
Si ni siquera puedo
olvidar al jirón Junín
que me llevaba de la casa
de mi abuelo a la plaza Italia,
al palacio de la Santa Inquisición....
Como porder olvidarte
amigo de largas caminatas
si me llevabas de la mano
al Congreso de la Nación,
a la Av. Abancay,
a la Plaza de Armas,
a la Catedral,
al Palacio de Gobierno,
al Palacio Municipal,
a los Portales
y
sobretodo
a la principal calle de mi nación
al emblemático
y
expresivo
jirón de la Unión.
¡Por los Santos de Lima!
¡Por Santa Rosa y San Martín!
El jirón de la Unión es:
el jirón que no descansa
el jirón que no duerme,
el de las grandes tiendas,
de las surtidas galerías,
de los antiguos cafés
y modernos cinemas
de restaurantes
y restauranteros de comida rápida;
de coloniales balcones,
de la iglesia la Merced,
del diario La Prensa,
que me vio crecer
y
un día sin decir nada
se nos fue.
El jirón de la Unión
es el jirón de las mañanas invernales,
de hombres de saco y corbata,
de mujeres elegantes
y bellas en minifalda.
Es el jirón de empleados y obreros
que a paso ligero avanzan
para llegar temprano
y marcar su tarjeta.
Es el jirón de las tardes frescas de verano
que exhorta a la moda más ligera,
a pasear a las parejas,
a pasear con los amigos,
a tomarse unas chelas,
con todos aquellos
que con sus paseos
inventaron el verbo,
el verbo jironear.
El jirón de la Unión
es el jirón de las noches
de los emolienteros,
de los vendedores
de choclo con queso,
de los canillitas y lustrabotas,
de lechuceros,
de cachivacheros
y
dulceros,
de locos y bohemios,
de briagos y fumones,
de pintores y poetas,
de payasos y mimos,
de hippies y fakires,
de conversadores y charlatanes,
de los artistas de la calle,
de la gente sin casa
de los que esperan una limosna
y
un poco de langoy.
El jirón de la Unión
es el jirón de las madrugadas heladas,
de las madrugadas temblorosas
de quienes dormitan
entre recovecos
tiritando de frío
buscando el abrigo
de un periódico viejo
y
restos de cartón.
Es el jirón que da trabajo
a un ejército
de limpieza
que a partir de la medianoche
le devuelven su belleza
hasta que salga
el nuevo sol.
El jirón de la Unión
es el jirón de los artistas,
de los políticos,
de frijolito y la Brambilla,
de periodistas
y
presidentes,
del güerito mexicano
y
del chinito correlón,
que se burlaron del pueblo
y
le dieron falsas esperanzas
por televisión.
Es el jirón de los poetas,
de los locos enamorados,
de los novios soñadores,
de los amigos inseparables,
de las parejas disparejas,
de los mochileros...
y
de todos los que nos apasionamos
con jugar
y
conjugar
el verbo muy limeño:
El verbo jironear.
El jirón de la Unión
es el jirón que sintetiza
la vida limeña
y
el palpitar de mi nación.
México 16 de abril de 1997
en la silla de los recuerdos
viendo crecer a mis hijas,
de nacionalidad mexicana,
hablo en silencio con el tiempo
escuchando, de cuando en cuando,
música peruana.
La música de mis padres
de mis peruanos,
de Pinglo y Chabuca Granda...
Extraño tanto
mi linda Lima,
mi Lima limeña,
de tradiciones y embrujo,
de salero y encanto,
de toros y turrones,
de virreyes y perricholi,
de fútbol y playas,
de poetas y escritores,
de Nicomedes y Palma...;
del Señor de los Milagros,
de pecado e incienso,
de quintas y balcones,
de calles grises y fría garúa...
Lima de mi abuelo Grimaldo
¿Cómo olvidarte?
Si cada día que pasa
te extraño más y más
y
cada día que pasa
siento la necesidad
de tu imperiosa seducción.
Lima.
Lima seductora.
Te extraño tanto
como extraño caminar
por tus coquetos jirones
de piernas largas
de morena jacarándosa,
de sensual piel canela
de Barrios Altos,
de sensual piel morena
de la Victoria.
Lima del jirón Junín
donde vivía Grimaldo
en la quinta enladrillada,
cerca de Cinco Esquinas.
del callejón del Jaime,
de la eterna quinta Heeren
de la barroca iglesia del Carmen
y
de la leyenda de Tatán.
Lima.
Mi singular Lima.
Te extraño tanto
como extraño esas
mágicas caminatas solitarias
que daba por todo Barrios Altos,
por aquella ruta
de casonas olvidadas,
de callejones arruinados,
de quintas desdeñadas,
de balcones apolillados,
de calles heridas,
de plazas empobrecidas,
símbolos de coquetería
y la abundancia
de otros días.
Lima.
Mi coqueta Lima.
Te evoco
como evoco en mis sueños despiertos
vagar por aquel barrio
ante la mirada lasciva
de una mujer madura,
y la mirada furtiva de un ladrón.
¡Lima!
¿Cómo olvidarme de ti?
¿Cómo poder olvidarte?
Si ni siquera puedo
olvidar al jirón Junín
que me llevaba de la casa
de mi abuelo a la plaza Italia,
al palacio de la Santa Inquisición....
Como porder olvidarte
amigo de largas caminatas
si me llevabas de la mano
al Congreso de la Nación,
a la Av. Abancay,
a la Plaza de Armas,
a la Catedral,
al Palacio de Gobierno,
al Palacio Municipal,
a los Portales
y
sobretodo
a la principal calle de mi nación
al emblemático
y
expresivo
jirón de la Unión.
¡Por los Santos de Lima!
¡Por Santa Rosa y San Martín!
El jirón de la Unión es:
el jirón que no descansa
el jirón que no duerme,
el de las grandes tiendas,
de las surtidas galerías,
de los antiguos cafés
y modernos cinemas
de restaurantes
y restauranteros de comida rápida;
de coloniales balcones,
de la iglesia la Merced,
del diario La Prensa,
que me vio crecer
y
un día sin decir nada
se nos fue.
El jirón de la Unión
es el jirón de las mañanas invernales,
de hombres de saco y corbata,
de mujeres elegantes
y bellas en minifalda.
Es el jirón de empleados y obreros
que a paso ligero avanzan
para llegar temprano
y marcar su tarjeta.
Es el jirón de las tardes frescas de verano
que exhorta a la moda más ligera,
a pasear a las parejas,
a pasear con los amigos,
a tomarse unas chelas,
con todos aquellos
que con sus paseos
inventaron el verbo,
el verbo jironear.
El jirón de la Unión
es el jirón de las noches
de los emolienteros,
de los vendedores
de choclo con queso,
de los canillitas y lustrabotas,
de lechuceros,
de cachivacheros
y
dulceros,
de locos y bohemios,
de briagos y fumones,
de pintores y poetas,
de payasos y mimos,
de hippies y fakires,
de conversadores y charlatanes,
de los artistas de la calle,
de la gente sin casa
de los que esperan una limosna
y
un poco de langoy.
El jirón de la Unión
es el jirón de las madrugadas heladas,
de las madrugadas temblorosas
de quienes dormitan
entre recovecos
tiritando de frío
buscando el abrigo
de un periódico viejo
y
restos de cartón.
Es el jirón que da trabajo
a un ejército
de limpieza
que a partir de la medianoche
le devuelven su belleza
hasta que salga
el nuevo sol.
El jirón de la Unión
es el jirón de los artistas,
de los políticos,
de frijolito y la Brambilla,
de periodistas
y
presidentes,
del güerito mexicano
y
del chinito correlón,
que se burlaron del pueblo
y
le dieron falsas esperanzas
por televisión.
Es el jirón de los poetas,
de los locos enamorados,
de los novios soñadores,
de los amigos inseparables,
de las parejas disparejas,
de los mochileros...
y
de todos los que nos apasionamos
con jugar
y
conjugar
el verbo muy limeño:
El verbo jironear.
El jirón de la Unión
es el jirón que sintetiza
la vida limeña
y
el palpitar de mi nación.
México 16 de abril de 1997
Dicen que las palabras y los recuerdos, son la memoria del tiempo. Y he aqui plasmados los ayeres de una persona que no se olvida de su tierra, su aroma, su gente, sus calles. Es algo maravilloso poder leer este poema escrito con el alma en la mano.
ResponderEliminarJe t'aime.