Garabatos de un caminante

Garabatos de un caminante
Apizaco, Tlaxacala, México

viernes, 20 de diciembre de 2013

PERÚ EN LA GUERRA DE LAS MALVINAS

 

Hoy al checar mi face me encontré con este tema. Mi viejo amigo Walter Guerrero, me hacía recordar aquel pasaje de nuestra historia que ningún peruano debe olvidar y mucho menos ignorar
Éramos estudiantes de la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de Piura (UDEP), cuando estalló la guerra entre Argentina y el Reino Unido.
Teníamos 21 años.  Apenas estábamos conociendo el sabor de la democracia, la dictadura militar apenas había agonizado, soñabamos con nuestras carreras, cuando empezó la locura del terrorismo y vivimos el sobresalto de una guerra absurda provocada por el Ecuador, al invadir la zona selvática llamada, por Belaúnde Terry, : "Falso Paquisha".
Como consecuencia de esa tonta guerra la comunidad de estudiantes ecuatorianos que asistían a la  UDEP ese año (1981) ya no regresaron. Sólo sé de un ecuatoriano conocido como Tora, quien se mantuvo en la universidad hasta acabar su carrera. Supe que Tora estaba casado con una piurana y la estúpida guerra del 81 no podía acabar con sus aspiraciones, ni con su familia ecuatoriana-peruana. Así que tuvo mucho valor de quedarse al lado de su esposa pese a todo lo que estábamos viviendo: Terrorismo, inestabiliadad económica, política y social
Parecía que la paz en nuestro país y en general de Sudamérica era inalcanzable, porque ahora la guerra entre Argentina e Inglaterra ponía en peligro la calma del hemisferio sur.
Todo mundo hablaba de esta guerra y nosotros en los pasillos y en los salones de la UDEP no éramos la excepción. Sabíamos que una guerra entre Argentina e Inglaterra nos arrastraría a participar directamente en el conflicto y que los chilenos serían los aliados naturales de Gran Bretaña.
Lo sabíamos, como sabíamos que nuestra simpatía por Argentina hasta ese momento era tan natural como habernos dejado golear en el mundial del los ches de 1978:
 Raanan Rein, un profesor israelí de historia latinoamericana, dijo que quedó “100 por ciento convencido” que la junta militar de Argentina influyó en el triunfo de la albiceleste 6-0 contra Perú en 1978. Ese partido siempre ha sido blanco de sospechas, ya que Argentina tenía que conseguir una goleada de escándalo para avanzar a la final en vez de Brasil.
En esa fecha le hicimos un gran favor a los gauchos y no nos importó ganarnos el odio de los barasileños, que creo hasta la fecha no nos perdonan el haber sido eliminados de la final del mundial de Argentina. Ellos, los brasileros, hubiesen sido los campeones de ese mundial.
Lo sabíamos como sabíamos de la simpatía que el "Ciego", mi viejo amigo Gerardo Cabrejo, sentía por los pamperos. Tanta era la simpatía que sentía el ciego por los argentinos que boicoteó la clase de inglés que teníamos con la anciana maestra conocida como la Thatcher, porque se parecía a la dama de hierro de la isla de los piratas, negreros y saqueadores.
Sin embargo, todo lo que sabíamos no eran más que suposiciones hasta que la historia nos demuestra que teníamos razón de nuestros temores. Porque de haberse prolongado la guerra de las Malvinas otra hubiese sido nuestra historia, ya que desde el comienzó nuestro país una vez más le hacía otro favor a los gauchos, tal como se puede leer en los siguientes artículos que al cabo de 30 años están revelando la verdad sobre esa guerra que puso en riesgo nuestro futuro y que más tarde Carlos Menen, el infame traidor, nunca supo agredecer nuestros favores y en 1995 le vendió armas a los ecuatorianos durante la guerra del Cenepa. De Chile, de Pinochet, podíamos esperar lo peor de lo peor; pero de los argentinos, nunca nos lo habíamos imaginado. en fin mejor leamos los siguientes artículos que narran como nuestro país, participó directamente en la Guerra de las Malvinas:
 
EL VUELO SECRETO DE LOS PILOTOS PERUANOS HACIA ARGENTINA Fue una madrugada de mayo de 1982 (04-05-82) cuando las 10 naves partieron de La Joya. Les sustituyeron las insignia, bandera y matrícula peruanas por las de Argentina Era una operación militar secreta y, por ello mismo, ni siquiera las esposas o las novias de los pilotos peruanos se enteraron de que ellos volarían hacia Argentina llevando 10 aviones de combate Mirage M5-P para participar, si las condiciones lo exigían, en la guerra por las islas Malvinas. Pero cuando los aviones caza-bombarderos que vendiera el Perú se encontraban listos para entrar en combate, luego de varios días de intensa preparación y acondicionamiento en tierras argentinas, el conflicto terminó con la re ocupación británica de las islas del Atlántico Sur y los M5-P debieron esperar otros tiempos. Fue una madrugada de mayo de 1982 cuando 10 capitanes y mayores de los escuadrones 611 y 612 de la Fuerza Aérea del Perú (FAP) salieron de La Joya (Arequipa) hacia la base argentina de Tandil, al este de Buenos Aires, para cumplir las órdenes emanadas desde el alto mando de la FAP. La Fuerza Aérea Argentina, a través de los canales políticos correspondientes, había solicitado apoyo a su similar peruana, pues requería de aeronaves de combate de alta performance para hacer frente a la armada real inglesa que llegaba escoltada por los famosos Harrier, aviones de despegue y aterrizaje vertical, que por entonces eran las más modernas y poderosas máquinas aladas que surcaban los aires. Argentina tenía problemas con sus aviones de combate porque no estaban preparados para desplazarse hasta las islas Malvinas, atacar los objetivos en el mar y retornar a sus bases. No obstante --como recuerda el general FAP Aurelio Crovetto Yáñez-- "los pilotos argentinos se sobrepusieron a las circunstancias adversas e hicieron blanco en varios buques ingleses: cumplieron una excelente y admirable labor". Pese a que disponían de algunos aviones de guerra recién adquiridos, como los Super Etendard (subsónicos) equipados con misiles Exocet, y otras naves más antiguas, como los Mirage-3 (para ataque aire-aire), los Dagger (ataque aire-tierra) y los A-4 Skyhawk (aire-tierra), los argentinos necesitaban aviones de mayor autonomía de vuelo y capacidad para tareas en el mar. Y esas máquinas las tenía el Perú. ERAN LOS MEJORES DE LA FAP Por entonces los Mirage M5-P eran los aviones de línea y los mejores de combate que tenía la FAP. Aunque habían llegado entre 1968 y 1969, dichas aeronaves contaban con no muchas horas de vuelo y, a decir del general Crovetto, que por entonces era jefe del Escuadrón 611 con el grado de mayor, estaban en óptimas condiciones de operatividad. Eran los aviones ideales para atacar objetivos marítimos. En efecto, las naves peruanas de fabricación francesa tenían una respetable autonomía de vuelo gracias a sus tanques de combustible. Poseían misiles teledirigidos AS-30, con un alcance de 15 kilómetros que estaban especialmente diseñados para atacar buques. Pero también eran de temer sus cañones, que disparaban balas, algunas con cabezas explosivas, de 20 milímetros. Cuando despegaron de La Joya (Arequipa), después de dejar su base de origen, Chiclayo, los 10 Mirage M5-P debieron elevarse por encima de los 33 mil pies en un vuelo silencioso, con los equipos de radio apagados, para evitar ser detectados por los radares bolivianos y, especialmente, por los chilenos que jugaban su partido a favor de la corona británica. Fue un vuelo por ruta de frontera a una velocidad promedio de 800 a 900 kilómetros por hora. "Nos preocupamos en planificar bien el vuelo. No temíamos tanto que nos detectara Bolivia, pues considerábamos que ellos no tenían capacidad para hacerlo. El problema era Chile y sus radares que, probablemente, tenían en Iquique y Antofagasta. Pasamos, sin embargo, sin contratiempos", recordó un piloto que prefirió el anonimato. Las aeronaves fueron conducidas por los pilotos FAP Ernesto Lanao, César Gallo, Augusto Mengoni, Pedro Ávila, Gonzalo Tueros, Pedro Seabra, Mario Núñez del Arco, Marco Carranza, Augusto Barrantes y Rubén Mimbela. La mayoría de estos oficiales está hoy en el retiro y unos tres o cuatro siguen en su institución con el grado de general. Previamente los Mirage peruanos habían sido maquillados y, entre otras modificaciones de forma, habían renunciado a la insignia, bandera y matrícula peruanas para, desde entonces, lucir los emblemas argentinos con sus colores característicos, celeste y blanco. Así volaron hacia Tandil, previa escala en Jujuy, en una travesía que duró cerca de tres horas. El escuadrón de M5-P fue acompañado por una nave madrina, un L-100 similar a los Hércules, en cuya bodega llevaba parte de los equipos de mantenimiento y varias decenas de técnicos y mecánicos de aviación que debían instruir a los argentinos en todo lo relacionado con el funcionamiento de las naves y la utilización del armamento. Los misiles, obuses, bombas, municiones y tanques de combustible, por cierto, viajaron posteriormente por otras vías. ALEGRÍA EN ARGENTINA En Tandil hubo algarabía total cuando el escuadrón de cazas aterrizó. Estaba allí para recibir a los pilotos peruanos el mayor Crovetto, que ya tenía varios días en Argentina trabajando en el Estado Mayor de la Guerra, junto con el coronel FAP Gonzalo Arenas y el mayor FAP Carlos Portillo. Los pocos pilotos argentinos de Dagger que se hallaban en la base (los otros estaban combatiendo) se estrecharon en sincero abrazo con sus colegas peruanos. "Algunos estuvieron al borde de las lágrimas. Imagínese que a usted le llevan ayuda militar cuando más la necesita y en momentos cruciales. No era para menos", recordó Crovetto, quien más tarde se encargaría de dar instrucción a sus colegas argentinos. Pero el Perú no solo se preocupó en enviar 10 aviones de combate a Argentina. El alto mando de la FAP también ordenó al Comando de Materiales entregar toda la logística necesaria para las operaciones de las naves e, incluso, equipos de defensa aérea. En aquella ocasión --recuerda un oficial-- le dimos alrededor de 30 misiles AS-30 aire-tierra, misiles antiaéreos y hasta compramos repuestos en Israel para aviones como si fueran para el Perú, pero terminaron en Argentina. Por otro lado, el apoyo peruano con tanques de combustible fue vital. No conozco la cantidad la cantidad, pero fueron muchos, los suficientes como para que los aviones argentinos los utilizaran para decolar del continente, enfilar hacia Las Malvinas, atacar posiciones enemigas y retornar a sus bases. Sin esos tanques era imposible realizar esos ataques. Fue clave en las operaciones de guerra contra los invasores. Asi entonces en plena guerra de las Malvinas la solidaridad latinoamericana se puso de manifiesto con la ayuda prestada por la República del Perú, al transferir a la Argentina diez aviones Mirage V P para contribuir a mantener la capacidad de combate frente a Inglaterra demostrando claramente de que lado estaban alineados los países latinoamericanos y sus Pueblos GRACIAS HERMANOS DIOS LOS BENDIGA Fernando Javier Liebane




Al respecto el primero de Enero del 2012 el diario "El Comercio", el décano de los periódicos del Perú publica el siguiente artículo, que demuestra una vez más como los peruanos nos jugamos el pellejo por el pueblo argentino: 
 
domingo 1 de abril del 2012 09:07

El Perú en conflicto ajeno: así actuamos en la Guerra de las Malvinas

Gobierno de Belaunde medió por la paz entre el Reino Unido y Argentina y luego apoyó al país sudamericano
Fernando Belaúnde Terry, Leopoldo Galtieri
En 1982, el Perú entregó 10 aviones Mirage a Argentina. (Archivo El Comercio)
ROGER ZUZUNAGA.
ALEJANDRO MELLINCOVSKY. – Corresponsal en Buenos Aires
El 1 de mayo de 1982, casi un mes después de que Argentina invadiera las islas Malvinas para reclamar su soberanía, el Reino Unido aceptó a regañadientes un acuerdo de paz gestionado por el entonces presidente peruano Fernando Belaunde Terry para evitar una guerra abierta. Ese mismo día, el mediador telefonea al dictador Leopoldo Galtieri, que encabezaba la junta militar que gobernaba al país sudamericano, para exponerle el plan y arrancarle su firma. “Yo también tengo mi ‘Senado’ [en referencia a la junta militar] y debo consultar el acuerdo” fue la respuesta que recibió del dictador. Esa reacción mató cualquier posibilidad de sellar la paz.
“La respuesta de Galtieri fue fatal… Si aceptaba en ese momento la propuesta de Belaunde, hoy probablemente Argentina estaría en posesión de las Malvinas”, recuerda el congresista Víctor Andrés García Belaunde, que en 1982 era secretario de la Presidencia peruana.
La mediación de Belaunde Terry se inicia el 20 de abril de 1982, luego de que fracasara una gestión similar encabezada por Estados Unidos.
García Belaunde cuenta que a finales de ese mes el ex presidente peruano consensuó un documento que, entre otros puntos, ordena el retiro de las tropas británicas y argentinas de la isla. Además, se establecía que las Malvinas sean ocupadas por soldados de cuatro países: dos escogidos por Buenos Aires y los otros dos por Londres. Estas tropas iban a permanecer en el lugar hasta que se desarrollen las conversaciones para hallar una solución definitiva al diferendo. También se contemplaba tener en cuenta los deseos de los habitantes de las islas.
Todo ello se frustra con la negativa de Galtieri, pues al día siguiente de esta el Reino Unido torpedea el crucero argentino General Belgrano y se desata la guerra.
“El día del hundimiento del Belgrano, Belaunde llamó a Galtieri, quien le confirmó que el crucero estaba al garete y que ya no había margen para más conversaciones”, explica García Belaunde.
LA TRIANGULACIÓN DE LAS ARMAS
Ese mismo 2 de mayo, Galtieri le pide a Belaunde que reciba a su secretario, el general Héctor Iglesias, al contralmirante Roberto Nolla y al embajador argentino en el Perú, Luis Sánchez Moreno.
Estos se presentaron ante Belaunde al día siguiente. Llegaban para pedir armamento. “Se les dio lo que se podía. Pidieron aviones Mirage, Sukhói, submarinos, buques, misiles, entre otras armas”, narra García Belaunde.
No se les envió los Sukhói, pues el Perú era el único que los tenía en la región, por lo que iba a quedar en evidencia que estaba ayudando a Argentina.
En cambio, al día siguiente de la visita de los emisarios se enviaron diez aviones Mirage, a los que se les borró las banderas peruanas para reemplazarlas por las argentinas. Estos partieron de Chiclayo rumbo a la base militar de La Joya, en Arequipa. Luego siguieron hacia la provincia argentina de Jujuy y de ahí a Tandil. El uso de esta ruta evitó que fueran detectados por los radares chilenos, recuerda García Belaunde.
Las embarcaciones que pedía Argentina no fueron entregadas, pues estas necesariamente pasarían por Chile y serían detectadas por los radares de ese país.
“También se les envió misiles tierra-tierra y tierra-aire. Además de tanques de combustible para los Mirage, para que estos tengan una mayor autonomía de vuelo en sus incursiones a las Malvinas”, recuerda García Belaunde.
La cooperación bélica entre el Perú y Argentina tiene una arista poco conocida. El periodista argentino Hernán Dobry, autor del libro “Los rabinos de Malvinas”, descubrió que nuestro país firmó también órdenes de compras en blanco y certificados de destino final para que Argentina comprara armamentos a Israel a nombre del Perú.
“Efectivamente, eso fue así. Argentina compró armas a Israel a nombre del Perú, aunque desconozco en detalle qué se adquirió”, confirmó García Belaunde a El Comercio.
“El Perú hizo algo que si buceamos en la historia de los conflictos bélicos en el mundo no encontraremos similitudes… Los argentinos ni les informaban a los peruanos lo que compraban”, precisa Dobry en diálogo con El Comercio.
Las órdenes de compra y los certificados están en manos de Israel y son documentos secretos, según el periodista argentino.
Dobry estableció que algunas veces las compras realizadas por los argentinos eran recogidas por aviones de la Fuerza Aérea del Perú. “No iba a ir un avión de Aerolíneas Argentinas ni de la Fuerza Aérea Argentina porque hubiera quedado en evidencia la triangulación. Lo que quería Israel, y lo había pedido específicamente, es que se triangulara a nombre de otro país para no sufrir la presión política del Reino Unido”, explica Dobry.
Quien sugiere que se involucrara al Perú en la triangulación fue el entonces primer ministro israelí Manajem Begim durante una reunión con los vendedores de armas argentinos Aaron Dovrat, del grupo Clal; y Gat Gitron, de Isrex, según Dobry.
Además de los diez aviones Mirage 3E que le envió el Perú a Argentina, gracias a las órdenes de compra en blanco este país también compró a Israel 23 aviones Mirage 3C. Estas naves fueron pintadas con insignias peruanas para que no se piense que iban para Argentina. Los barcos argentinos que los llevaron a su país también fueron pintados con banderas peruanas.
“Eran aviones de la década de los 70, que habían peleado en la Guerra de los Seis Días, eran viejísimos. Israel no los quería vender, pero Argentina insistió bastante, aunque al final nunca los usó en la guerra”, precisa Dobry.¿Qué recibió el Perú a cambio de su ayuda? García Belaunde sostiene que solo un pago simbólico por los Mirage, porque la ayuda fue desinteresada. Y recordó que en 1833, cuando el Reino Unido invadió las Malvinas, Argentina recurrió a nuestro país para buscar sus títulos de posesión sobre las islas, que estaban en Lima porque ese país en algún momento formó parte del Virreinato del Perú.
“El Perú no tuvo ningún rédito, sino que después le pagamos mal”, sentencia Dobry (ver nota vinculada).

 Ahora, al cabo de 31 años y después de la traición de Carlos Menem y su gente me pregunto si habrá valido la pena arriesgarnos por los argentinos. 
Creo que los pueblos como las personas debemos ser agradecidos; pero no hay que olvidar que los pueblos como las personas tenemos vida propia.

 

domingo, 15 de diciembre de 2013

ARTEMIO

  LOS NIÑOS TRIQUIS DE OAXACA, MÉXICO:CAMPEONES DEL CUARTO FESTIVAL INTERNACIONAL DE MINIBÁSQUETBOL DE CORDOBA, ARGENTINA 2013

No deseo que acabe este año sin escribir algo más. Y esta vez lo quiero hacer sobre los recuerdos, que los sorprendentes niños triquis han traído a mi memoria. Recuerdos que me hacen volar hasta mi barrio y en especial me hacen ver otra vez a Artemio, un niño de la selva peruana que llegó a Chiclayo en la década de los años setenta.
Por aquellos días había terminado el Campeonato Mundial de Fútbol México 70. Perú tenía la mejor selección de su historia y todos los chibolos del barrio cantábamos la maravillosa polka de Felix Figueroa: Perú Campeón. 
 
PERU CAMPEON
(Polka) -
Félix Figueroa

¡Perú Campeón! ¡Perú Campeón!
Es el grito que repite la afición.
¡Perú Campeón! ¡Perú Campeón!
Dice en cada palpitar mi corazón. (bis)

Hay que ir a triunfar al mundial.
Venceremos a todo rival,
con el lema: Perú a campeonar,
siempre arriba, Perú debe ganar. (bis)

Con Rubiños en el arco la defensa es colosal,
González, Orlando La Torre, Nicolás Fuentes y Chumpitaz,
Challe, Mifflin y Cubillas, y el gran Perico León,
Baylón y Alberto Gallardo completan la selección


Esta polka era un himno para nosotros. Perú había quedado en el séptimo lugar y la fiebre futbolera en el barrio, y creo que en todo el país,  estaba en todo su apogeo. 
La mayoría de los chiquillos del barrio teníamos 9 años y sólo queríamos jugar fútbol todo el día. No importaba dónde, ni cómo, ni a qué hora. Las calles eran nuestro mejor espacio para pelotear. Aunque se enojaran las vecinas, aunque nos gritaran los vecinos, aunque nos echaran orines o nos quitaran nuestros balones y los devolvieran agujereados, desinflados o en mil pedazos; sólo queríamos pelotear, sólo queríamos pichanguear, sólo queríamos soñar con ser Cubillas, Perico León, Baylón, Chumpitaz, Rubiños, Mifflin o Alberto Gallardo, los héroes de mi generación.
Y fue durante esos días pletóricos de fiebre futbolera que llegó a nuestro barrio Artemio, un niño selvático, un chunchito del amazonas que apenas medía un metro treinta, apenas hablaba español, nunca había usado zapatos, ni zapatillas y tenía sus pies anchos y cayosos;  pero eso a nadie del barrio le importaba porque,  Artemio, con sus pies descalzos siempre estaba listo para pelotetar.
Artemio cuyos apellidos nunca conocí, había llegado a nuestro barrio para trabajar con la señora Vega, la dueña de la panadería ubicada entre las esquinas de la Av. Balta y la calle de Francisco Cabrera. (Ver poema a doña Vega. Garabatos de un caminate 2 de enero del 2011)
Doña Vega tenía su propio hijo Césitar, pero era el niño engreído, el chocho de su casa; y Artemio era el niño de los mandados. 
Artemio era el chibolo que corría sin zapatos a comprar, en las tiendas del barrio, lo que a doña Vega le hacía falta. 
Luego cuando fue creciendo y haciéndose más fuerte, Artemio, sin tabas,  era quien iba a comprar las ríquismas barras de manjarblanco hasta la fábrica de helados y dulces "La Flor del Norte", ubicada en la cuadra tres de Francisco Cabrera.
Sin embargo, como a todo niño, a Artemio le encantaba el juego y en especial le encataba jugar fútbol, le encataba pelotear y cada vez que doña Vega lo mandaba a comprar algo aprovechaba para pichanguear con todos nosotros.
Allí en medio de la calle, entre chungos y adoquines, entre los carros   estacionados, entre la gente que pasaba; con zapatos o sin zapatos, con zapatillas o sin zapatillas, con ropa de calle, jeans o pantalones vaqueros estábamos listos para pelotear.
No importaba si vestíamos con ropa de marca, no importaba si teníamos zapatillas de marca; no importaba si la pelota era de plástico, de jebe, de trapo o de cuero; no importaba si nos íbamos a ensuciar, o si luego nos iban a reñir o pegar... Sólo nos interesaba pelotear, como si se tratara del último partido de nuestras pequeñas vidas. Jugabamos. Sí, jugabamos con pasión, con entrega, con determinación, con fuerza y Artemio jugaba así, jugaba con fuerza, con mucha garra y con la cabeza baja avanzaba como un toro en busca del arco contrario para meter su gol y gritar sin frenos, como un loco que gana el campeonato mundial.
No era técnico, pero era fuerte, impetuoso, marcaba con vehemencia y con tanta vehemencia corria sin zapatos sobre los adoquines, sobre las piedras o chungos que alguien del barrio le llamó: "Mono loco".
No me acuerdo quien le puso ese apodo, mas no importa en el barrio todos teníamos apodos; pero Artemio era así como un mono corriendo, como un toro arremetiendo y como un loco gritando cuando anotaba un gol.
A él no le importaba jugar sin zapatos, no le importaba jugar sin zapatillas, no le importaba protegerse los pies, pues no faltaban quienes le pisaban los dedos con fuerza para detenerlo, para ablandarlo, para achicarlo, para bajarle la moral; mas nadie lo lograba porque Artemio era un niño fuerte con ganas de jugar aunque después doña Vega lo riñera, lo regañara por tardarse tanto en regresar a la panadería con el mandado.
Doña Vega le gritaba: -Muchacho malcriado te voy a regresar a la selva-; pero eso no le importaba. Artemio había jugado, se había divertido,  había recibido patadas, empujones,  duros pisotones; pero jamás se quejaba, jamás lloraba y no faltaba quien comentara: -Ese chuncho está bien cruzate-.
En todo ese tiempo sólo una vez lo vi llorar, sólo una vez lo vi sentarse al filo de la vereda y agarrarse el dedo gordo de su pie derecho con el cual solía meter sus goles. 
Esa mañana, Artemio quiso darle un horquetaso a la pelota, pero algo le salió mal. Sólo escuchamos un golpe seco. Un fuerte golpe y un grito de dolor. Artemio le había pegado con sus dedos desnudos a un chungo y no al balón. Le había pegado tan fuerte que removió al chungo de su lugar y desprendió su uña de la base de su dedo gordo del pie derecho. La pelota se detuvo. Todos nos quedamos inmóviles viendo como Artemio brincando con el pie izquierdo avanzaba hacia la vereda. El dolor era tan fuerte que le arrancaron un chorro de lágrimas, que bañaron rapidamente su rostro cobrizo quemado por el sol. 
Nunca antes lo había visto lagrimear, nunca antes lo había visto llorar, ni cuando lo pateaban, ni cuando lo empujaban, ni cuando le daban duros pisotones, ni cuando lo barrían y lo tiraban sobre los adoquines y se paraba con el pantalón todo roto y las piernas, y las rodillas, y los codos y los brazos todos raspados. Sin embargo, esa mañana no era igual a las otras. Artemio ahora si estaba sufriendo, ahora si sentía un profundo dolor y por más que se aguantaba las lágrimas le seguían brotando, como la sangre que salía de su dedo gordo del pie derecho. Fue entonces en ese instante que todos los chibolos del barrio nos dimos cuenta que Artemio, el "mono loco", el "chuncho", el niño de la selva no era de acero, era como nosotros y como nosotros lloraba;  pero, era más valiente que nosotros, él lloraba en silencio, aguantando con mucha fortaleza el dolor, que creo que yo nunca lo hubiese soportado así. Sentado al filo de la vereda y en medio de todos nosotros lloraba en silencio y sólo repetía: -Ahora si me saqué la mierda, ahora si me cagué mi dedo, ahora si me va a pegar doña Vega-.
Días después con el dedo vendado y sin zapatos volvió a la calle, volvió a salir y nos contó que lo habían curado en la asistencia pública y ahora sólo estaba esperando que la uña le volviera a crecer para seguir jugando.
Pero ese día ya no volvió, Doña Vega al descubrir que su único hijo era adicto decidió traspasar su negocio, irse a Lima para rehabilitar a César y así nunca más supe de ellos. 
Artemio, el niño de la selva, el chuncho, el "mono loco"  quedó grabado para siempre en mi memoria y ahora me siento orgulloso de haberlo conocido, de haber peloteado con él, de haber caminado sin zapatos como él por las calles de Chiclayo, aunque mi papá y mi mamá se enojaran.
Como decía un viejo amigo, Jaime Cabrera:-Caminar sin zapatos es tener una relación íntima con la tierra, es la relación más íntima con la naturaleza-.  Y creo que esto es lo que sienten los niños triquis, los niños que como Artemio nos dan y particularmente me dan una lección de vida.